Después de la muerte de Acab, se rebeló Moab contra
Israel.
2
Y Ocozías cayó por la ventana de una sala de la casa que
tenía en Samaria; y estando enfermo, envió mensajeros, y les dijo: Id y consultad a
Baal-zebub dios de Ecrón, si he de sanar de esta mi enfermedad.
3
Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita,
diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y diles:
¿No hay Dios en Israel, que vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón?
4
Por tanto, así ha dicho Jehová: Del lecho en que estás no
te levantarás, sino que ciertamente morirás. Y Elías se fue.
5
Cuando los mensajeros se volvieron al rey, él les dijo:
¿Por qué os habéis vuelto?
6
Ellos le respondieron: Encontramos a un varón que nos dijo:
Id, y volveos al rey que os envió, y decidle: Así ha dicho Jehová: ¿No hay Dios en
Israel, que tú envías a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto, del lecho en
que estás no te levantarás; de cierto morirás.
7
Entonces él les dijo: ¿Cómo era aquel varón que
encontrasteis, y os dijo tales palabras?
8
Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de
pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tisbita.
9
Luego envió a él un capitán de cincuenta con sus
cincuenta, el cual subió a donde él estaba; y he aquí que él estaba sentado en la
cumbre del monte. Y el capitán le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho que desciendas.
10
Y Elías respondió y dijo al capitán de cincuenta: Si yo
soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y
descendió fuego del cielo, que lo consumió a él y a sus cincuenta.
11
Volvió el rey a enviar a él otro capitán de cincuenta con
sus cincuenta; y le habló y dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho así: Desciende pronto.
12
Y le respondió Elías y dijo: Si yo soy varón de Dios,
descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, y
lo consumió a él y a sus cincuenta.
13
Volvió a enviar al tercer capitán de cincuenta con sus
cincuenta; y subiendo aquel tercer capitán de cincuenta, se puso de rodillas delante de
Elías y le rogó, diciendo: Varón de Dios, te ruego que sea de valor delante de tus ojos
mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos.
14
He aquí ha descendido fuego del cielo, y ha consumido a los
dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; sea estimada ahora mi vida delante
de tus ojos.
15
Entonces el ángel de Jehová dijo a Elías: Desciende con
él; no tengas miedo de él. Y él se levantó, y descendió con él al rey.
16
Y le dijo: Así ha dicho Jehová: Por cuanto enviaste
mensajeros a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón, ¿no hay Dios en Israel para consultar
en su palabra? No te levantarás, por tanto, del lecho en que estás, sino que de cierto
morirás.
17
Y murió conforme a la palabra de Jehová, que había
hablado Elías. Reinó en su lugar Joram, en el segundo año de Joram hijo de Josafat, rey
de Judá; porque Ocozías no tenía hijo.
18
Los demás hechos de Ocozías, ¿no están escritos en el
libro de las crónicas de los reyes de Israel?
Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un
torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal.
2
Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová
me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.
Descendieron, pues, a Bet-el.
3
Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en
Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él
dijo: Sí, yo lo sé; callad.
4
Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora,
porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no
te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó.
5
Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que
estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre
ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad.
6
Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque
Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te
dejaré. Fueron, pues, ambos.
7
Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y
se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán.
8
Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las
aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco.
9
Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que
quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una
doble porción de tu espíritu sea sobre mí.
10
El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando
fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no.
11
Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro
de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un
torbellino.
12
Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro
de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los
rompió en dos partes.
13
Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y
volvió, y se paró a la orilla del Jordán.
14
Y tomando el manto de Elías que se le había caído,
golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo
golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.
15
Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó
al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a
recibirle, y se postraron delante de él.
16
Y dijeron: He aquí hay con tus siervos cincuenta varones
fuertes; vayan ahora y busquen a tu señor; quizá lo ha levantado el Espíritu de
Jehová, y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis.
17
Mas ellos le importunaron, hasta que avergonzándose dijo:
Enviad. Entonces ellos enviaron cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres días, mas
no lo hallaron.
18
Y cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en
Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?
19
Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el
lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son
malas, y la tierra es estéril.
20
Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella
sal. Y se la trajeron.
21
Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro
la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas
muerte ni enfermedad.
22
Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra
que habló Eliseo.
23
Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino,
salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube!
¡calvo, sube!
24
Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de
Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos
muchachos.
25
De allí fue al monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.
Joram hijo de Acab comenzó a reinar en Samaria sobre Israel
el año dieciocho de Josafat rey de Judá; y reinó doce años.
2
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como su
padre y su madre; porque quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho.
3
Pero se entregó a los pecados de Jeroboam hijo de Nabat,
que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.
4
Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y
pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones.
5
Pero muerto Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de
Israel.
6
Salió entonces de Samaria el rey Joram, y pasó revista a
todo Israel.
7
Y fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de
Moab se ha rebelado contra mí: ¿irás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y él
respondió: Iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como
los tuyos.
8
Y dijo: ¿Por qué camino iremos? Y él respondió: Por el
camino del desierto de Edom.
9
Salieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá, y el rey
de Edom; y como anduvieron rodeando por el desierto siete días de camino, les faltó agua
para el ejército, y para las bestias que los seguían.
10
Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! que ha llamado Jehová
a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.
11
Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí profeta de Jehová, para
que consultemos a Jehová por medio de él? Y uno de los siervos del rey de Israel
respondió y dijo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías.
12
Y Josafat dijo: Este tendrá palabra de Jehová. Y
descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom.
13
Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo
contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel
le respondió: No; porque Jehová ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos
de los moabitas.
14
Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya
presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara
a ti, ni te viera.
15
Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor
tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo,
16
quien dijo: Así ha dicho Jehová: Haced en este valle
muchos estanques.
17
Porque Jehová ha dicho así: No veréis viento, ni veréis
lluvia; pero este valle será lleno de agua, y beberéis vosotros, y vuestras bestias y
vuestros ganados.
18
Y esto es cosa ligera en los ojos de Jehová; entregará
también a los moabitas en vuestras manos.
19
Y destruiréis toda ciudad fortificada y toda villa hermosa,
y talaréis todo buen árbol, cegaréis todas las fuentes de aguas, y destruiréis con
piedras toda tierra fértil.
20
Aconteció, pues, que por la mañana, cuando se ofrece el
sacrificio, he aquí vinieron aguas por el camino de Edom, y la tierra se llenó de aguas.
21
Cuanto todos los de Moab oyeron que los reyes subían a
pelear contra ellos, se juntaron desde los que apenas podían ceñir armadura en adelante,
y se pusieron en la frontera.
22
Cuando se levantaron por la mañana, y brilló el sol sobre
las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre;
23
y dijeron: ¡Esto es sangre de espada! Los reyes se han
vuelto uno contra otro, y cada uno ha dado muerte a su compañero. Ahora, pues, ¡Moab, al
botín!
24
Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron
los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales huyeron de delante de ellos; pero los
persiguieron matando a los de Moab.
25
Y asolaron las ciudades, y en todas las tierras fértiles
echó cada uno su piedra, y las llenaron; cegaron también todas las fuentes de las aguas,
y derribaron todos los buenos árboles; hasta que en Kir-hareset solamente dejaron
piedras, porque los honderos la rodearon y la destruyeron.
26
Y cuando el rey de Moab vio que era vencido en la batalla,
tomó consigo setecientos hombres que manejaban espada, para atacar al rey de Edom; mas no
pudieron.
27
Entonces arrebató a su primogénito que había de reinar en
su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro. Y hubo grande enojo contra Israel;
y se apartaron de él, y se volvieron a su tierra.
Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas,
clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era
temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.
2
Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes
en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.
3
El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus
vecinos, vasijas vacías, no pocas.
4
Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas
las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.
5
Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y
sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.
6
Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo:
Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.
7
Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual
dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que
quede.
8
Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y
había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando
él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.
9
Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que
éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.
10
Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y
pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se
quede en él.
11
Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en
aquel aposento, y allí durmió.
12
Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y
cuando la llamó, vino ella delante de él.
13
Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado
solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas
que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio
de mi pueblo.
14
Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi
respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo.
15
Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a
la puerta.
16
Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo,
abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu
sierva.
17
Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año
siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.
18
Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su
padre, que estaba con los segadores;
19
y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre
dijo a un criado: Llévalo a su madre.
20
Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo
sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.
21
Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de
Dios, y cerrando la puerta, se salió.
22
Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes
conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón
de Dios, y regrese.
23
El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni
día de reposo. Y ella respondió: Paz.
24
Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y
anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere.
25
Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y
cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.
26
Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas:
¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.
27
Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el
monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le
dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y
no me lo ha revelado.
28
Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que
no te burlases de mí?
29
Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi
báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare,
no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.
30
Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que
no te dejaré.
31
El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido
delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz
ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo:
El niño no despierta.
32
Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba
muerto tendido sobre su cama.
33
Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a
Jehová.
34
Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su
boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas;
así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
35
Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra
parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete
veces, y abrió sus ojos.
36
Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta
sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.
37
Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a
tierra; y después tomó a su hijo, y salió.
38
Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en
la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon
una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.
39
Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como
parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó
en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.
40
Después sirvió para que comieran los hombres; pero
sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay
muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer.
41
El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y
dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.
42
Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al
varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y
él dijo: Da a la gente para que coma.
43
Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de
cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho
Jehová: Comerán, y sobrará.
44
Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró,
conforme a la palabra de Jehová.
Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón
grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había
dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.
2
Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado
cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
3
Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que
está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
4
Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y
así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.
5
Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al
rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil
piezas de oro, y diez mudas de vestidos.
6
Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían
así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo
Naamán, para que lo sanes de su lepra.
7
Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus
vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que
sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
8
Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel
había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos?
Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.
9
Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a
las puertas de la casa de Eliseo.
10
Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y
lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
11
Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para
mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará
su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
12
Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas
las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se
fue enojado.
13
Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo:
Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más,
diciéndote: Lávate, y serás limpio?
14
El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el
Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de
un niño, y quedó limpio.
15
Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se
puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra,
sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.
16
Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no
lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.
17
Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no
se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no
sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.
18
En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el
rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo
también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a
tu siervo.
19
Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media
legua de tierra.
20
Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo
entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las
cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna
cosa.
21
Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía
corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien?
22
Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí
vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los
profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos.
23
Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le
insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso
todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él.
24
Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano
de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen.
25
Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le
dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte.
26
El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón,
cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar
vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?
27
Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu
descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.
Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el
lugar en que moramos contigo nos es estrecho.
2
Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una
viga, y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad.
3
Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él
respondió: Yo iré.
4
Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán,
cortaron la madera.
5
Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le
cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada!
6
El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le
mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro.
7
Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó.
8
Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando
con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento.
9
Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira
que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí.
10
Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón
de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse.
11
Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y
llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es
del rey de Israel?
12
Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino
que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que
tú hablas en tu cámara más secreta.
13
Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a
prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán.
14
Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y
un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.
15
Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón
de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y
carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?
16
El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están
con nosotros que los que están con ellos.
17
Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus
ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el
monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
18
Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a
Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera,
conforme a la petición de Eliseo.
19
Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta
la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a Samaria.
20
Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los
ojos de éstos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en
medio de Samaria.
21
Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo: ¿Los
mataré, padre mío?
22
El le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los que
tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que
coman y beban, y vuelvan a sus señores.
23
Entonces se les preparó una gran comida; y cuando habían
comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su seÑor. Y nunca más vinieron
bandas armadas de Siria a la tierra de Israel.
24
Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria
reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria.
25
Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel
sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta
parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata.
26
Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó,
y dijo: Salva, rey señor mío.
27
Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo
salvar yo? ¿Del granero, o del lagar?
28
Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer
me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío.
29
Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El día siguiente yo
le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo.
30
Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus
vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía interiormente
sobre su cuerpo.
31
Y él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza
de Eliseo hijo de Safat queda sobre él hoy.
32
Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con él estaban
sentados los ancianos; y el rey envió a él un hombre. Mas antes que el mensajero viniese
a él, dijo él a los ancianos: ¿No habéis visto cómo este hijo de homicida envía a
cortarme la cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e
impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su amo?
33
Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero
que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he de
esperar más a Jehová?
Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo
Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de
cebada un siclo, a la puerta de Samaria.
2
Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba,
respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo,
¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de
ello.
3
Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos,
los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?
4
Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay
en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues,
ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si
nos dieren la muerte, moriremos.
5
Se levantaron, pues, al anochecer, para ir al campamento de
los sirios; y llegando a la entrada del campamento de los sirios, no había allí nadie.
6
Porque Jehová había hecho que en el campamento de los
sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército; y
se dijeron unos a otros: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a
los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros.
7
Y así se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus
tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar
sus vidas.
8
Cuando los leprosos llegaron a la entrada del campamento,
entraron en una tienda y comieron y bebieron, y tomaron de allí plata y oro y vestidos, y
fueron y lo escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron,
y fueron y lo escondieron.
9
Luego se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien.
Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos
alcanzará nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey.
10
Vinieron, pues, y gritaron a los guardas de la puerta de la
ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campamento de los sirios, y he
aquí que no había allí nadie, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos también
atados, y el campamento intacto.
11
Los porteros gritaron, y lo anunciaron dentro, en el palacio
del rey.
12
Y se levantó el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os
declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido
de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hayan salido de la ciudad,
los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad.
13
Entonces respondió uno de sus siervos y dijo: Tomen ahora
cinco de los caballos que han quedado en la ciudad (porque los que quedan acá también
perecerán como toda la multitud de Israel que ya ha perecido), y enviemos y veamos qué
hay.
14
Tomaron, pues, dos caballos de un carro, y envió el rey al
campamento de los sirios, diciendo: Id y ved.
15
Y ellos fueron, y los siguieron hasta el Jordán; y he aquí
que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado por
la premura. Y volvieron los mensajeros y lo hicieron saber al rey.
16
Entonces el pueblo salió, y saqueó el campamento de los
sirios. Y fue vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seahs de cebada por un
siclo, conforme a la palabra de Jehová.
17
Y el rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuyo brazo
él se apoyaba; y lo atropelló el pueblo a la entrada, y murió, conforme a lo que había
dicho el varón de Dios, cuando el rey descendió a él.
18
Aconteció, pues, de la manera que el varón de Dios había
hablado al rey, diciendo: Dos seahs de cebada por un siclo, y el seah de flor de harina
será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la puerta de Samaria.
19
A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de
Dios, diciendo: Si Jehová hiciese ventanas en el cielo, ¿pudiera suceder esto? Y él
dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.
20
Y le sucedió así; porque el pueblo le atropelló a la
entrada, y murió.
Habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo él había hecho
vivir, diciendo: Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová
ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años.
2
Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios
le dijo; y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años.
3
Y cuando habían pasado los siete años, la mujer volvió de
la tierra de los filisteos; después salió para implorar al rey por su casa y por sus
tierras.
4
Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de
Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo.
5
Y mientras él estaba contando al rey cómo había hecho
vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para
implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta
es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.
6
Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces
el rey ordenó a un oficial, al cual dijo: Hazle devolver todas las cosas que eran suyas,
y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora.
7
Eliseo se fue luego a Damasco; y Ben-adad rey de Siria
estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha venido aquí.
8
Y el rey dijo a Hazael: Toma en tu mano un presente, y ve a
recibir al varón de Dios, y consulta por él a Jehová, diciendo: ¿Sanaré de esta
enfermedad?
9
Tomó, pues, Hazael en su mano un presente de entre los
bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados, y fue a su encuentro, y llegando se puso
delante de él, y dijo: Tu hijo Ben-adad rey de Siria me ha enviado a ti, diciendo:
¿Sanaré de esta enfermedad?
10
Y Eliseo le dijo: Ve, dile: Seguramente sanarás. Sin
embargo, Jehová me ha mostrado que él morirá ciertamente.
11
Y el varón de Dios le miró fijamente, y estuvo así hasta
hacerlo ruborizarse; luego lloró el varón de Dios.
12
Entonces le dijo Hazael: ¿Por qué llora mi señor? Y él
respondió: Porque sé el mal que harás a los hijos de Israel; a sus fortalezas pegarás
fuego, a sus jóvenes matarás a espada, y estrellarás a sus niños, y abrirás el
vientre a sus mujeres que estén encintas.
13
Y Hazael dijo: Pues, ¿qué es tu siervo, este perro, para
que haga tan grandes cosas? Y respondió Eliseo: Jehová me ha mostrado que tú serás rey
de Siria.
14
Y Hazael se fue, y vino a su señor, el cual le dijo: ¿Qué
te ha dicho Eliseo? Y él respondió: Me dijo que seguramente sanarás.
15
El día siguiente, tomó un paño y lo metió en agua, y lo
puso sobre el rostro de Ben-adad, y murió; y reinó Hazael en su lugar.
16
En el quinto año de Joram hijo de Acab, rey de Israel, y
siendo Josafat rey de Judá, comenzó a reinar Joram hijo de Josafat, rey de Judá.
17
De treinta y dos años era cuando comenzó a reinar, y ocho
años reinó en Jerusalén.
18
Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo la
casa de Acab, porque una hija de Acab fue su mujer; e hizo lo malo ante los ojos de
Jehová.
19
Con todo eso, Jehová no quiso destruir a Judá, por amor a
David su siervo, porque había prometido darle lámpara a él y a sus hijos perpetuamente.
20
En el tiempo de él se rebeló Edom contra el dominio de
Judá, y pusieron rey sobre ellos.
21
Joram, por tanto, pasó a Zair, y todos sus carros con él;
y levantándose de noche atacó a los de Edom, los cuales le habían sitiado, y a los
capitanes de los carros; y el pueblo huyó a sus tiendas.
22
No obstante, Edom se libertó del dominio de Judá, hasta
hoy. También se rebeló Libna en el mismo tiempo.
23
Los demás hechos de Joram, y todo lo que hizo, ¿no están
escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
24
Y durmió Joram con sus padres, y fue sepultado con ellos en
la ciudad de David; y reinó en lugar suyo Ocozías, su hijo.
25
En el año doce de Joram hijo de Acab, rey de Israel,
comenzó a reinar Ocozías hijo de Joram, rey de Judá.
26
De veintidós años era Ocozías cuando comenzó a reinar, y
reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre fue Atalía, hija de Omri rey de
Israel.
27
Anduvo en el camino de la casa de Acab, e hizo lo malo ante
los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque era yerno de la casa de Acab.
28
Y fue a la guerra con Joram hijo de Acab a Ramot de Galaad,
contra Hazael rey de Siria; y los sirios hirieron a Joram.
29
Y el rey Joram se volvió a Jezreel para curarse de las
heridas que los sirios le hicieron frente a Ramot, cuando peleó contra Hazael rey de
Siria. Y descendió Ocozías hijo de Joram rey de Judá, a visitar a Joram hijo de Acab en
Jezreel, porque estaba enfermo.
Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los
profetas, y le dijo: Ciñe tus lomos, y toma esta redoma de aceite en tu mano, y ve a
Ramot de Galaad.
2
Cuando llegues allá, verás allí a Jehú hijo de Josafat
hijo de Nimsi; y entrando, haz que se levante de entre sus hermanos, y llévalo a la
cámara.
3
Toma luego la redoma de aceite, y derrámala sobre su cabeza
y di: Así dijo Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Y abriendo la puerta, echa
a huir, y no esperes.
4
Fue, pues, el joven, el profeta, a Ramot de Galaad.
5
Cuando él entró, he aquí los príncipes del ejército que
estaban sentados. Y él dijo: Príncipe, una palabra tengo que decirte. Jehú dijo: ¿A
cuál de todos nosotros? Y él dijo: A ti, príncipe.
6
Y él se levantó, y entró en casa; y el otro derramó el
aceite sobre su cabeza, y le dijo: Así dijo Jehová Dios de Israel: Yo te he ungido por
rey sobre Israel, pueblo de Jehová.
7
Herirás la casa de Acab tu señor, para que yo vengue la
sangre de mis siervos los profetas, y la sangre de todos los siervos de Jehová, de la
mano de Jezabel.
8
Y perecerá toda la casa de Acab, y destruiré de Acab todo
varón, así al siervo como al libre en Israel.
9
Y yo pondré la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo
de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías.
10
Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, y
no habrá quien la sepulte. En seguida abrió la puerta, y echó a huir.
11
Después salió Jehú a los siervos de su señor, y le
dijeron: ¿Hay paz? ¿Para qué vino a ti aquel loco? Y él les dijo: Vosotros conocéis
al hombre y sus palabras.
12
Ellos dijeron: Mentira; decláranoslo ahora. Y él dijo:
Así y así me habló, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido por rey sobre
Israel.
13
Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso
debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.
14
Así conspiró Jehú hijo de Josafat, hijo de Nimsi, contra
Joram. (Estaba entonces Joram guardando a Ramot de Galaad con todo Israel, por causa de
Hazael rey de Siria;
15
pero se había vuelto el rey Joram a Jezreel, para curarse
de las heridas que los sirios le habían hecho, peleando contra Hazael rey de Siria.) Y
Jehú dijo: Si es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad, para ir a dar las nuevas
en Jezreel.
16
Entonces Jehú cabalgó y fue a Jezreel, porque Joram estaba
allí enfermo. También estaba Ocozías rey de Judá, que había descendido a visitar a
Joram.
17
Y el atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa
de Jehú que venía, y dijo: Veo una tropa. Y Joram dijo: Ordena a un jinete que vaya a
reconocerlos, y les diga: ¿Hay paz?
18
Fue, pues, el jinete a reconocerlos, y dijo: El rey dice
así: ¿Hay paz? Y Jehú le dijo: ¿Qué tienes tú que ver con la paz? Vuélvete conmigo.
El atalaya dio luego aviso, diciendo: El mensajero llegó hasta ellos, y no vuelve.
19
Entonces envió otro jinete, el cual llegando a ellos, dijo:
El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú respondió: ¿Qué tienes tú que ver con la paz?
Vuélvete conmigo.
20
El atalaya volvió a decir: También éste llegó a ellos y
no vuelve; y el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, porque
viene impetuosamente.
21
Entonces Joram dijo: Unce el carro. Y cuando estaba uncido
su carro, salieron Joram rey de Israel y Ocozías rey de Judá, cada uno en su carro, y
salieron a encontrar a Jehú, al cual hallaron en la heredad de Nabot de Jezreel.
22
Cuando vio Joram a Jehú, dijo: ¿Hay paz, Jehú? Y él
respondió: ¿Qué paz, con las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas
hechicerías?
23
Entonces Joram volvió las riendas y huyó, y dijo a
Ocozías: ¡Traición, Ocozías!
24
Pero Jehú entesó su arco, e hirió a Joram entre las
espaldas; y la saeta salió por su corazón, y él cayó en su carro.
25
Dijo luego Jehú a Bidcar su capitán: Tómalo, y échalo a
un extremo de la heredad de Nabot de Jezreel. Acuérdate que cuando tú y yo íbamos
juntos con la gente de Acab su padre, Jehová pronunció esta sentencia sobre él,
diciendo:
26
Que yo he visto ayer la sangre de Nabot, y la sangre de sus
hijos, dijo Jehová; y te daré la paga en esta heredad, dijo Jehová. Tómalo pues,
ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra de Jehová.
27
Viendo esto Ocozías rey de Judá, huyó por el camino de la
casa del huerto. Y lo siguió Jehú, diciendo: Herid también a éste en el carro. Y le
hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Y Ocozías huyó a Meguido, pero murió
allí.
28
Y sus siervos le llevaron en un carro a Jerusalén, y allá
le sepultaron con sus padres, en su sepulcro en la ciudad de David.
29
En el undécimo año de Joram hijo de Acab, comenzó a
reinar Ocozías sobre Judá.
30
Vino después Jehú a Jezreel; y cuando Jezabel lo oyó, se
pintó los ojos con antimonio, y atavió su cabeza, y se asomó a una ventana.
31
Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: ¿Sucedió
bien a Zimri, que mató a su señor?
32
Alzando él entonces su rostro hacia la ventana, dijo:
¿Quién está conmigo? ¿quién? Y se inclinaron hacia él dos o tres eunucos.
33
Y él les dijo: Echadla abajo. Y ellos la echaron; y parte
de su sangre salpicó en la pared, y en los caballos; y él la atropelló.
34
Entró luego, y después que comió y bebió, dijo: Id ahora
a ver a aquella maldita, y sepultadla, pues es hija de rey.
35
Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más
que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos.
36
Y volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: Esta es la palabra
de Dios, la cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad
de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel,
37
y el cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la faz de
la tierra en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel.
Tenía Acab en Samaria setenta hijos; y Jehú escribió
cartas y las envió a Samaria a los principales de Jezreel, a los ancianos y a los ayos de
Acab, diciendo:
2
Inmediatamente que lleguen estas cartas a vosotros los que
tenéis a los hijos de vuestro señor, y los que tienen carros y gente de a caballo, la
ciudad fortificada, y las armas,
3
escoged al mejor y al más recto de los hijos de vuestro
señor, y ponedlo en el trono de su padre, y pelead por la casa de vuestro señor.
4
Pero ellos tuvieron gran temor, y dijeron: He aquí, dos
reyes no pudieron resistirle; ¿cómo le resistiremos nosotros?
5
Y el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y
los ayos enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes;
no elegiremos por rey a ninguno, haz lo que bien te parezca.
6
El entonces les escribió la segunda vez, diciendo: Si sois
míos, y queréis obedecerme, tomad las cabezas de los hijos varones de vuestro señor, y
venid a mí mañana a esta hora, a Jezreel. Y los hijos del rey, setenta varones, estaban
con los principales de la ciudad, que los criaban.
7
Cuando las cartas llegaron a ellos, tomaron a los hijos del
rey, y degollaron a los setenta varones, y pusieron sus cabezas en canastas, y se las
enviaron a Jezreel.
8
Y vino un mensajero que le dio las nuevas, diciendo: Han
traído las cabezas de los hijos del rey. Y él le dijo: Ponedlas en dos montones a la
entrada de la puerta hasta la mañana.
9
Venida la mañana, salió él, y estando en pie dijo a todo
el pueblo: Vosotros sois justos; he aquí yo he conspirado contra mi señor, y le he dado
muerte; pero ¿quién ha dado muerte a todos éstos?
10
Sabed ahora que de la palabra que Jehová habló sobre la
casa de Acab, nada caerá en tierra; y que Jehová ha hecho lo que dijo por su siervo
Elías.
11
Mató entonces Jehú a todos los que habían quedado de la
casa de Acab en Jezreel, a todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus
sacerdotes, hasta que no quedó ninguno.
12
Luego se levantó de allí para ir a Samaria; y en el camino
llegó a una casa de esquileo de pastores.
13
Y halló allí a los hermanos de Ocozías rey de Judá, y
les dijo: ¿Quiénes sois vosotros? Y ellos dijeron: Somos hermanos de Ocozías, y hemos
venido a saludar a los hijos del rey, y a los hijos de la reina.
14
Entonces él dijo: Prendedlos vivos. Y después que los
tomaron vivos, los degollaron junto al pozo de la casa de esquileo, cuarenta y dos
varones, sin dejar ninguno de ellos.
15
Yéndose luego de allí, se encontró con Jonadab hijo de
Recab; y después que lo hubo saludado, le dijo: ¿Es recto tu corazón, como el mío es
recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano. Y él le dio la
mano. Luego lo hizo subir consigo en el carro,
16
y le dijo: Ven conmigo, y verás mi celo por Jehová. Lo
pusieron, pues, en su carro.
17
Y luego que Jehú hubo llegado a Samaria, mató a todos los
que habían quedado de Acab en Samaria, hasta exterminarlos, conforme a la palabra de
Jehová, que había hablado por Elías.
18
Después reunió Jehú a todo el pueblo, y les dijo: Acab
sirvió poco a Baal, mas Jehú lo servirá mucho.
19
Llamadme, pues, luego a todos los profetas de Baal, a todos
sus siervos y a todos sus sacerdotes; que no falte uno, porque tengo un gran sacrificio
para Baal; cualquiera que faltare no vivirá. Esto hacía Jehú con astucia, para
exterminar a los que honraban a Baal.
20
Y dijo Jehú: Santificad un día solemne a Baal. Y ellos
convocaron.
21
Y envió Jehú por todo Israel, y vinieron todos los siervos
de Baal, de tal manera que no hubo ninguno que no viniese. Y entraron en el templo de
Baal, y el templo de Baal se llenó de extremo a extremo.
22
Entonces dijo al que tenía el cargo de las vestiduras: Saca
vestiduras para todos los siervos de Baal. Y él les sacó vestiduras.
23
Y entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de
Baal, y dijo a los siervos de Baal: Mirad y ved que no haya aquí entre vosotros alguno de
los siervos de Jehová, sino sólo los siervos de Baal.
24
Y cuando ellos entraron para hacer sacrificios y
holocaustos, Jehú puso fuera a ochenta hombres, y les dijo: Cualquiera que dejare vivo a
alguno de aquellos hombres que yo he puesto en vuestras manos, su vida será por la del
otro.
25
Y después que acabaron ellos de hacer el holocausto, Jehú
dijo a los de su guardia y a los capitanes: Entrad, y matadlos; que no escape ninguno. Y
los mataron a espada, y los dejaron tendidos los de la guardia y los capitanes. Y fueron
hasta el lugar santo del templo de Baal,
26
y sacaron las estatuas del templo de Baal, y las quemaron.
27
Y quebraron la estatua de Baal, y derribaron el templo de
Baal, y lo convirtieron en letrinas hasta hoy.
28
Así exterminó Jehú a Baal de Israel.
29
Con todo eso, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboam
hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel; y dejó en pie los becerros de oro que estaban en
Bet-el y en Dan.
30
Y Jehová dijo a Jehú: Por cuanto has hecho bien ejecutando
lo recto delante de mis ojos, e hiciste a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en
mi corazón, tus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación.
31
Mas Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de
Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho
pecar a Israel.
32
En aquellos días comenzó Jehová a cercenar el territorio
de Israel; y los derrotó Hazael por todas las fronteras,
33
desde el Jordán al nacimiento del sol, toda la tierra de
Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés, desde Aroer que está junto al arroyo de Arnón,
hasta Galaad y Basán.
34
Los demás hechos de Jehú, y todo lo que hizo, y toda su
valentía, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
35
Y durmió Jehú con sus padres, y lo sepultaron en Samaria;
y reinó en su lugar Joacaz su hijo.
36
El tiempo que reinó Jehú sobre Israel en Samaria fue de
veintiocho años.
Cuando Atalía madre de Ocozías vio que su hijo era muerto,
se levantó y destruyó toda la descendencia real.
2
Pero Josaba hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a
Joás hijo de Ocozías y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes
estaban matando, y lo ocultó de Atalía, a él y a su ama, en la cámara de dormir, y en
esta forma no lo mataron.
3
Y estuvo con ella escondido en la casa de Jehová seis
años; y Atalía fue reina sobre el país.
4
Mas al séptimo año envió Joiada y tomó jefes de
centenas, capitanes, y gente de la guardia, y los metió consigo en la casa de Jehová, e
hizo con ellos alianza, juramentándolos en la casa de Jehová; y les mostró el hijo del
rey.
5
Y les mandó diciendo: Esto es lo que habéis de hacer: la
tercera parte de vosotros tendrá la guardia de la casa del rey el día de reposo.
6
Otra tercera parte estará a la puerta de Shur, y la otra
tercera parte a la puerta del postigo de la guardia; así guardaréis la casa, para que no
sea allanada.
7
Mas las dos partes de vosotros que salen el día de reposo
tendréis la guardia de la casa de Jehová junto al rey.
8
Y estaréis alrededor del rey por todos lados, teniendo cada
uno sus armas en las manos; y cualquiera que entrare en las filas, sea muerto. Y estaréis
con el rey cuando salga, y cuando entre.
9
Los jefes de centenas, pues, hicieron todo como el sacerdote
Joiada les mandó; y tomando cada uno a los suyos, esto es, los que entraban el día de
reposo y los que salían el día de reposo, vinieron al sacerdote Joiada.
10
Y el sacerdote dio a los jefes de centenas las lanzas y los
escudos que habían sido del rey David, que estaban en la casa de Jehová.
11
Y los de la guardia se pusieron en fila, teniendo cada uno
sus armas en sus manos, desde el lado derecho de la casa hasta el lado izquierdo, junto al
altar y el templo, en derredor del rey.
12
Sacando luego Joiada al hijo del rey, le puso la corona y el
testimonio, y le hicieron rey ungiéndole; y batiendo las manos dijeron: ¡Viva el rey!
13
Oyendo Atalía el estruendo del pueblo que corría, entró
al pueblo en el templo de Jehová.
14
Y cuando miró, he aquí que el rey estaba junto a la
columna, conforme a la costumbre, y los príncipes y los trompeteros junto al rey; y todo
el pueblo del país se regocijaba, y tocaban las trompetas. Entonces Atalía, rasgando sus
vestidos, clamó a voz en cuello: ¡Traición, traición!
15
Mas el sacerdote Joiada mandó a los jefes de centenas que
gobernaban el ejército, y les dijo: Sacadla fuera del recinto del templo, y al que la
siguiere, matadlo a espada. (Porque el sacerdote dijo que no la matasen en el templo de
Jehová.)
16
Le abrieron, pues, paso; y en el camino por donde entran los
de a caballo a la casa del rey, allí la mataron.
17
Entonces Joiada hizo pacto entre Jehová y el rey y el
pueblo, que serían pueblo de Jehová; y asimismo entre el rey y el pueblo.
18
Y todo el pueblo de la tierra entró en el templo de Baal, y
lo derribaron; asimismo despedazaron enteramente sus altares y sus imágenes, y mataron a
Matán sacerdote de Baal delante de los altares. Y el sacerdote puso guarnición sobre la
casa de Jehová.
19
Después tomó a los jefes de centenas, los capitanes, la
guardia y todo el pueblo de la tierra, y llevaron al rey desde la casa de Jehová, y
vinieron por el camino de la puerta de la guardia a la casa del rey; y se sentó el rey en
el trono de los reyes.
20
Y todo el pueblo de la tierra se regocijó, y la ciudad
estuvo en reposo, habiendo sido Atalía muerta a espada junto a la casa del rey.
En el séptimo año de Jehú comenzó a reinar Joás, y
reinó cuarenta años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Sibia, de Beerseba.
2
Y Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el
tiempo que le dirigió el sacerdote Joiada.
3
Con todo eso, los lugares altos no se quitaron, porque el
pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4
Y Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero consagrado que
se suele traer a la casa de Jehová, el dinero del rescate de cada persona según está
estipulado, y todo el dinero que cada uno de su propia voluntad trae a la casa de Jehová,
5
recíbanlo los sacerdotes, cada uno de mano de sus
familiares, y reparen los portillos del templo dondequiera que se hallen grietas.
6
Pero en el año veintitrés del rey Joás aún no habían
reparado los sacerdotes las grietas del templo.
7
Llamó entonces el rey Joás al sumo sacerdote Joiada y a
los sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no reparáis las grietas del templo? Ahora, pues,
no toméis más el dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las grietas del
templo.
8
Y los sacerdotes consintieron en no tomar más dinero del
pueblo, ni tener el cargo de reparar las grietas del templo.
9
Mas el sumo sacerdote Joiada tomó un arca e hizo en la tapa
un agujero, y la puso junto al altar, a la mano derecha así que se entra en el templo de
Jehová; y los sacerdotes que guardaban la puerta ponían allí todo el dinero que se
traía a la casa de Jehová.
10
Y cuando veían que había mucho dinero en el arca, venía
el secretario del rey y el sumo sacerdote, y contaban el dinero que hallaban en el templo
de Jehová, y lo guardaban.
11
Y daban el dinero suficiente a los que hacían la obra, y a
los que tenían a su cargo la casa de Jehová; y ellos lo gastaban en pagar a los
carpinteros y maestros que reparaban la casa de Jehová,
12
y a los albañiles y canteros; y en comprar la madera y
piedra de cantería para reparar las grietas de la casa de Jehová, y en todo lo que se
gastaba en la casa para repararla.
13
Mas de aquel dinero que se traía a la casa de Jehová, no
se hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas; ni ningún otro
utensilio de oro ni de plata se hacía para el templo de Jehová;
14
porque lo daban a los que hacían la obra, y con él
reparaban la casa de Jehová.
15
Y no se tomaba cuenta a los hombres en cuyas manos el dinero
era entregado, para que ellos lo diesen a los que hacían la obra; porque lo hacían ellos
fielmente.
16
El dinero por el pecado, y el dinero por la culpa, no se
llevaba a la casa de Jehová; porque era de los sacerdotes.
17
Entonces subió Hazael rey de Siria, y peleó contra Gat, y
la tomó. Y se propuso Hazael subir contra Jerusalén;
18
por lo cual tomó Joás rey de Judá todas las ofrendas que
habían dedicado Josafat y Joram y Ocozías sus padres, reyes de Judá, y las que él
había dedicado, y todo el oro que se halló en los tesoros de la casa de Jehová y en la
casa del rey, y lo envió a Hazael rey de Siria; y él se retiró de Jerusalén.
19
Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, ¿no está
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
20
Y se levantaron sus siervos, y conspiraron en conjuración,
y mataron a Joás en la casa de Milo, cuando descendía él a Sila;
21
pues Josacar hijo de Simeat y Jozabad hijo de Somer, sus
siervos, le hirieron, y murió. Y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y
reinó en su lugar Amasías su hijo.
En el año veintitrés de Joás hijo de Ocozías, rey de
Judá, comenzó a reinar Joacaz hijo de Jehú sobre Israel en Samaria; y reinó diecisiete
años.
2
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y siguió en los
pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; y no se apartó de ellos.
3
Y se encendió el furor de Jehová contra Israel, y los
entregó en mano de Hazael rey de Siria, y en mano de Ben-adad hijo de Hazael, por largo
tiempo.
4
Mas Joacaz oró en presencia de Jehová, y Jehová lo oyó;
porque miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía.
5
(Y dio Jehová salvador a Israel, y salieron del poder de
los sirios; y habitaron los hijos de Israel en sus tiendas, como antes.
6
Con todo eso, no se apartaron de los pecados de la casa de
Jeroboam, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvieron; y también la imagen de Asera
permaneció en Samaria.)
7
Porque no le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta
hombres de a caballo, diez carros, y diez mil hombres de a pie; pues el rey de Siria los
había destruido, y los había puesto como el polvo para hollar.
8
El resto de los hechos de Joacaz, y todo lo que hizo, y sus
valentías, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
9
Y durmió Joacaz con sus padres, y lo sepultaron en Samaria,
y reinó en su lugar Joás su hijo.
10
El año treinta y siete de Joás rey de Judá, comenzó a
reinar Joás hijo de Joacaz sobre Israel en Samaria; y reinó dieciséis años.
11
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de
todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvo.
12
Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, y el
esfuerzo con que guerreó contra Amasías rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de
las crónicas de los reyes de Israel?
13
Y durmió Joás con sus padres, y se sentó Jeroboam sobre
su trono; y Joás fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel.
14
Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y
descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre
mío, carro de Israel y su gente de a caballo!
15
Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él
entonces un arco y unas saetas.
16
Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el
arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del
rey,
17
y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la
abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y
saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos.
18
Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de
Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se
detuvo.
19
Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al
dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora
sólo tres veces derrotarás a Siria.
20
Y murió Eliseo, y lo sepultaron. Entrado el año, vinieron
bandas armadas de moabitas a la tierra.
21
Y aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente
vieron una banda armada, y arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; y cuando llegó
a tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió, y se levantó sobre sus pies.
22
Hazael, pues, rey de Siria, afligió a Israel todo el tiempo
de Joacaz.
23
Mas Jehová tuvo misericordia de ellos, y se compadeció de
ellos y los miró, a causa de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos
ni echarlos de delante de su presencia hasta hoy.
24
Y murió Hazael rey de Siria, y reinó en su lugar Ben-adad
su hijo.
25
Y volvió Joás hijo de Joacaz y tomó de mano de Ben-adad
hijo de Hazael las ciudades que éste había tomado en guerra de mano de Joacaz su padre.
Tres veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a Israel.
En el año segundo de Joás hijo de Joacaz rey de Israel,
comenzó a reinar Amasías hijo de Joás rey de Judá.
2
Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y
veintinueve años reinó en Jerusalén; el nombre de su madre fue Joadán, de Jerusalén.
3
Y él hizo lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no como
David su padre; hizo conforme a todas las cosas que había hecho Joás su padre.
4
Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados, porque
el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en esos lugares altos.
5
Y cuando hubo afirmado en sus manos el reino, mató a los
siervos que habían dado muerte al rey su padre.
6
Pero no mató a los hijos de los que le dieron muerte,
conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde Jehová mandó
diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres, sino que
cada uno morirá por su propio pecado.
7
Este mató asimismo a diez mil edomitas en el Valle de la
Sal, y tomó a Sela en batalla, y la llamó Jocteel, hasta hoy.
8
Entonces Amasías envió mensajeros a Joás hijo de Joacaz,
hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: Ven, para que nos veamos las caras.
9
Y Joás rey de Israel envió a Amasías rey de Judá esta
respuesta: El cardo que está en el Líbano envió a decir al cedro que está en el
Líbano: Da tu hija por mujer a mi hijo. Y pasaron las fieras que están en el Líbano, y
hollaron el cardo.
10
Ciertamente has derrotado a Edom, y tu corazón se ha
envanecido; gloríate pues, mas quédate en tu casa. ¿Para qué te metes en un mal, para
que caigas tú y Judá contigo?
11
Pero Amasías no escuchó; por lo cual subió Joás rey de
Israel, y se vieron las caras él y Amasías rey de Judá, en Bet-semes, que es de Judá.
12
Y Judá cayó delante de Israel, y huyeron, cada uno a su
tienda.
13
Además Joás rey de Israel tomó a Amasías rey de Judá,
hijo de Joás hijo de Ocozías, en Bet-semes; y vino a Jerusalén, y rompió el muro de
Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la esquina, cuatrocientos codos.
14
Y tomó todo el oro, y la plata, y todos los utensilios que
fueron hallados en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa del rey, y a los hijos
tomó en rehenes, y volvió a Samaria.
15
Los demás hechos que ejecutó Joás, y sus hazañas, y
cómo peleó contra Amasías rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas
de los reyes de Israel?
16
Y durmió Joás con sus padres, y fue sepultado en Samaria
con los reyes de Israel; y reinó en su lugar Jeroboam su hijo.
17
Y Amasías hijo de Joás, rey de Judá, vivió después de
la muerte de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, quince años.
18
Los demás hechos de Amasías, ¿no están escritos en el
libro de las crónicas de los reyes de Judá?
19
Conspiraron contra él en Jerusalén, y él huyó a Laquis;
pero le persiguieron hasta Laquis, y allá lo mataron.
20
Lo trajeron luego sobre caballos, y lo sepultaron en
Jerusalén con sus padres, en la ciudad de David.
21
Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Azarías, que era
de dieciséis años, y lo hicieron rey en lugar de Amasías su padre.
22
Reedificó él a Elat, y la restituyó a Judá, después que
el rey durmió con sus padres.
23
El año quince de Amasías hijo de Joás rey de Judá,
comenzó a reinar Jeroboam hijo de Joás sobre Israel en Samaria; y reinó cuarenta y un
años.
24
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y no se apartó de
todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
25
El restauró los límites de Israel desde la entrada de
Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual
él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer.
26
Porque Jehová miró la muy amarga aflicción de Israel; que
no había siervo ni libre, ni quien diese ayuda a Israel;
27
y Jehová no había determinado raer el nombre de Israel de
debajo del cielo; por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo de Joás.
28
Los demás hechos de Jeroboam, y todo lo que hizo, y su
valentía, y todas las guerras que hizo, y cómo restituyó al dominio de Israel a Damasco
y Hamat, que habían pertenecido a Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas
de los reyes de Israel?
29
Y durmió Jeroboam con sus padres, los reyes de Israel, y
reinó en su lugar Zacarías su hijo.
En el año veintisiete de Jeroboam rey de Israel, comenzó a
reinar Azarías hijo de Amasías, rey de Judá.
2
Cuando comenzó a reinar era de dieciséis años, y
cincuenta y dos años reinó en Jerusalén; el nombre de su madre fue Jecolías, de
Jerusalén.
3
E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas
las cosas que su padre Amasías había hecho.
4
Con todo eso, los lugares altos no se quitaron, porque el
pueblo sacrificaba aún y quemaba incienso en los lugares altos.
5
Mas Jehová hirió al rey con lepra, y estuvo leproso hasta
el día de su muerte, y habitó en casa separada, y Jotam hijo del rey tenía el cargo del
palacio, gobernando al pueblo.
6
Los demás hechos de Azarías, y todo lo que hizo, ¿no
está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
7
Y durmió Azarías con sus padres, y lo sepultaron con ellos
en la ciudad de David, y reinó en su lugar Jotam su hijo.
8
En el año treinta y ocho de Azarías rey de Judá, reinó
Zacarías hijo de Jeroboam sobre Israel seis meses.
9
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como habían hecho
sus padres; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a
Israel.
10
Contra él conspiró Salum hijo de Jabes, y lo hirió en
presencia de su pueblo, y lo mató, y reinó en su lugar.
11
Los demás hechos de Zacarías, he aquí que están escritos
en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
12
Y esta fue la palabra de Jehová que había hablado a Jehú,
diciendo: Tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán en el trono de Israel. Y fue
así.
13
Salum hijo de Jabes comenzó a reinar en el año treinta y
nueve de Uzías rey de Judá, y reinó un mes en Samaria;
14
porque Manahem hijo de Gadi subió de Tirsa y vino a
Samaria, e hirió a Salum hijo de Jabes en Samaria y lo mató, y reinó en su lugar.
15
Los demás hechos de Salum, y la conspiración que tramó,
he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
16
Entonces Manahem saqueó a Tifsa, y a todos los que estaban
en ella, y también sus alrededores desde Tirsa; la saqueó porque no le habían abierto
las puertas, y abrió el vientre a todas sus mujeres que estaban encintas.
17
En el año treinta y nueve de Azarías rey de Judá, reinó
Manahem hijo de Gadi sobre Israel diez años, en Samaria.
18
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; en todo su tiempo
no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
19
Y vino Pul rey de Asiria a atacar la tierra; y Manahem dio a
Pul mil talentos de plata para que le ayudara a confirmarse en el reino.
20
E impuso Manahem este dinero sobre Israel, sobre todos los
poderosos y opulentos; de cada uno cincuenta siclos de plata, para dar al rey de Asiria; y
el rey de Asiria se volvió, y no se detuvo allí en el país.
21
Los demás hechos de Manahem, y todo lo que hizo, ¿no está
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
22
Y durmió Manahem con sus padres, y reinó en su lugar
Pekaía su hijo.
23
En el año cincuenta de Azarías rey de Judá, reinó
Pekaía hijo de Manahem sobre Israel en Samaria, dos años.
24
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de
los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
25
Y conspiró contra él Peka hijo de Remalías, capitán
suyo, y lo hirió en Samaria, en el palacio de la casa real, en compañía de Argob y de
Arie, y de cincuenta hombres de los hijos de los galaaditas; y lo mató, y reinó en su
lugar.
26
Los demás hechos de Pekaía, y todo lo que hizo, he aquí
que está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
27
En el año cincuenta y dos de Azarías rey de Judá, reinó
Peka hijo de Remalías sobre Israel en Samaria; y reinó veinte años.
28
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de
los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.
29
En los días de Peka rey de Israel, vino Tiglat-pileser rey
de los asirios, y tomó a Ijón, Abel-bet-maaca, Janoa, Cedes, Hazor, Galaad, Galilea, y
toda la tierra de Neftalí; y los llevó cautivos a Asiria.
30
Y Oseas hijo de Ela conspiró contra Peka hijo de Remalías,
y lo hirió y lo mató, y reinó en su lugar, a los veinte años de Jotam hijo de Uzías.
31
Los demás hechos de Peka, y todo lo que hizo, he aquí que
está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
32
En el segundo año de Peka hijo de Remalías rey de Israel,
comenzó a reinar Jotam hijo de Uzías rey de Judá.
33
Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó
dieciséis años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Jerusa hija de Sadoc.
34
Y él hizo lo recto ante los ojos de Jehová; hizo conforme
a todas las cosas que había hecho su padre Uzías.
35
Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados, porque
el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso en los lugares altos. Edificó él la
puerta más alta de la casa de Jehová.
36
Los demás hechos de Jotam, y todo lo que hizo, ¿no está
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
37
En aquel tiempo comenzó Jehová a enviar contra Judá a
Rezín rey de Siria, y a Peka hijo de Remalías.
38
Y durmió Jotam con sus padres, y fue sepultado con ellos en
la ciudad de David su padre, y reinó en su lugar Acaz su hijo.
En el año diecisiete de Peka hijo de Remalías, comenzó a
reinar Acaz hijo de Jotam rey de Judá.
2
Cuando comenzó a reinar Acaz era de veinte años, y reinó
en Jerusalén dieciséis años; y no hizo lo recto ante los ojos de Jehová su Dios, como
David su padre.
3
Antes anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo
pasar por fuego a su hijo, según las prácticas abominables de las naciones que Jehová
echó de delante de los hijos de Israel.
4
Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos,
y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso.
5
Entonces Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey
de Israel, subieron a Jerusalén para hacer guerra y sitiar a Acaz; mas no pudieron
tomarla.
6
En aquel tiempo el rey de Edom recobró Elat para Edom, y
echó de Elat a los hombres de Judá; y los de Edom vinieron a Elat y habitaron allí
hasta hoy.
7
Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de
Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de
Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí.
8
Y tomando Acaz la plata y el oro que se halló en la casa de
Jehová, y en los tesoros de la casa real, envió al rey de Asiria un presente.
9
Y le atendió el rey de Asiria; pues subió el rey de Asiria
contra Damasco, y la tomó, y llevó cautivos a los moradores a Kir, y mató a Rezín.
10
Después fue el rey Acaz a encontrar a Tiglat-pileser rey de
Asiria en Damasco; y cuando vio el rey Acaz el altar que estaba en Damasco, envió al
sacerdote Urías el diseño y la descripción del altar, conforme a toda su hechura.
11
Y el sacerdote Urías edificó el altar; conforme a todo lo
que el rey Acaz había enviado de Damasco, así lo hizo el sacerdote Urías, entre tanto
que el rey Acaz venía de Damasco.
12
Y luego que el rey vino de Damasco, y vio el altar, se
acercó el rey a él, y ofreció sacrificios en él;
13
y encendió su holocausto y su ofrenda, y derramó sus
libaciones, y esparció la sangre de sus sacrificios de paz junto al altar.
14
E hizo acercar el altar de bronce que estaba delante de
Jehová, en la parte delantera de la casa, entre el altar y el templo de Jehová, y lo
puso al lado del altar hacia el norte.
15
Y mandó el rey Acaz al sacerdote Urías, diciendo: En el
gran altar encenderás el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, y el
holocausto del rey y su ofrenda, y asimismo el holocausto de todo el pueblo de la tierra y
su ofrenda y sus libaciones; y esparcirás sobre él toda la sangre del holocausto, y toda
la sangre del sacrificio. El altar de bronce será mío para consultar en él.
16
E hizo el sacerdote Urías conforme a todas las cosas que el
rey Acaz le mandó.
17
Y cortó el rey Acaz los tableros de las basas, y les quitó
las fuentes; y quitó también el mar de sobre los bueyes de bronce que estaban debajo de
él, y lo puso sobre el suelo de piedra.
18
Asimismo el pórtico para los días de reposo, que habían
edificado en la casa, y el pasadizo de afuera, el del rey, los quitó del templo de
Jehová, por causa del rey de Asiria.
19
Los demás hechos que puso por obra Acaz, ¿no están todos
escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
20
Y durmió el rey Acaz con sus padres, y fue sepultado con
ellos en la ciudad de David, y reinó en su lugar su hijo Ezequías.
En el año duodécimo de Acaz rey de Judá, comenzó a
reinar Oseas hijo de Ela en Samaria sobre Israel; y reinó nueve años.
2
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como los
reyes de Israel que habían sido antes de él.
3
Contra éste subió Salmanasar rey de los asirios; y Oseas
fue hecho su siervo, y le pagaba tributo.
4
Mas el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba; porque
había enviado embajadores a So, rey de Egipto, y no pagaba tributo al rey de Asiria, como
lo hacía cada año; por lo que el rey de Asiria le detuvo, y le aprisionó en la casa de
la cárcel.
5
Y el rey de Asiria invadió todo el país, y sitió a
Samaria, y estuvo sobre ella tres años.
6
En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y
llevó a Israel cautivo a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en
las ciudades de los medos.
7
Porque los hijos de Israel pecaron contra Jehová su Dios,
que los sacó de tierra de Egipto, de bajo la mano de Faraón rey de Egipto, y temieron a
dioses ajenos,
8
y anduvieron en los estatutos de las naciones que Jehová
había lanzado de delante de los hijos de Israel, y en los estatutos que hicieron los
reyes de Israel.
9
Y los hijos de Israel hicieron secretamente cosas no rectas
contra Jehová su Dios, edificándose lugares altos en todas sus ciudades, desde las
torres de las atalayas hasta las ciudades fortificadas,
10
y levantaron estatuas e imágenes de Asera en todo collado
alto, y debajo de todo árbol frondoso,
11
y quemaron allí incienso en todos los lugares altos, a la
manera de la naciones que Jehová había traspuesto de delante de ellos, e hicieron cosas
muy malas para provocar a ira a Jehová.
12
Y servían a los ídolos, de los cuales Jehová les había
dicho: Vosotros no habéis de hacer esto.
13
Jehová amonestó entonces a Israel y a Judá por medio de
todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos, y
guardad mis mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a
vuestros padres, y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas.
14
Mas ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como
la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en Jehová su Dios.
15
Y desecharon sus estatutos, y el pacto que él había hecho
con sus padres, y los testimonios que él había prescrito a ellos; y siguieron la
vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que estaban alrededor de
ellos, de las cuales Jehová les había mandado que no hiciesen a la manera de ellas.
16
Dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, y se
hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera, y adoraron a
todo el ejército de los cielos, y sirvieron a Baal;
17
e hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego; y se
dieron a adivinaciones y agüeros, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos de
Jehová, provocándole a ira.
18
Jehová, por tanto, se airó en gran manera contra Israel, y
los quitó de delante de su rostro; y no quedó sino sólo la tribu de Judá.
19
Mas ni aun Judá guardó los mandamientos de Jehová su
Dios, sino que anduvieron en los estatutos de Israel, los cuales habían ellos hecho.
20
Y desechó Jehová a toda la descendencia de Israel, y los
afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.
21
Porque separó a Israel de la casa de David, y ellos
hicieron rey a Jeroboam hijo de Nabat; y Jeroboam apartó a Israel de en pos de Jehová, y
les hizo cometer gran pecado.
22
Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de
Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos,
23
hasta que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro,
como él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado
cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.
24
Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de
Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos
de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades.
25
Y aconteció al principio, cuando comenzaron a habitar
allí, que no temiendo ellos a Jehová, envió Jehová contra ellos leones que los
mataban.
26
Dijeron, pues, al rey de Asiria: Las gentes que tú
trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no conocen la ley del Dios de aquella
tierra, y él ha echado leones en medio de ellos, y he aquí que los leones los matan,
porque no conocen la ley del Dios de la tierra.
27
Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno
de los sacerdotes que trajisteis de allá, y vaya y habite allí, y les enseñe la ley del
Dios del país.
28
Y vino uno de los sacerdotes que habían llevado cautivo de
Samaria, y habitó en Bet-el, y les enseñó cómo habían de temer a Jehová.
29
Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los
templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad
donde habitaba.
30
Los de Babilonia hicieron a Sucot-benot, los de Cuta
hicieron a Nergal, y los de Hamat hicieron a Asima.
31
Los aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac, y los de Sefarvaim
quemaban sus hijos en el fuego para adorar a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvaim.
32
Temían a Jehová, e hicieron del bajo pueblo sacerdotes de
los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos.
33
Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la
costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados.
34
Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan
sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió
Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel;
35
con los cuales Jehová había hecho pacto, y les mandó
diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les
haréis sacrificios.
36
Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande
poder y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis
sacrificio.
37
Los estatutos y derechos y ley y mandamientos que os dio por
escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra, y no temeréis a dioses ajenos.
38
No olvidaréis el pacto que hice con vosotros, ni temeréis
a dioses ajenos;
39
mas temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de mano
de todos vuestros enemigos.
40
Pero ellos no escucharon; antes hicieron según su costumbre
antigua.
41
Así temieron a Jehová aquellas gentes, y al mismo tiempo
sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus
padres, así hacen hasta hoy.
En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel,
comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz rey de Judá.
2
Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó
en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre fue Abi hija de Zacarías.
3
Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las
cosas que había hecho David su padre.
4
El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y
cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho
Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó
Nehustán.
5
En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni
antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.
6
Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que
guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés.
7
Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía,
prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió.
8
Hirió también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras,
desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortificada.
9
En el cuarto año del rey Ezequías, que era el año
séptimo de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, subió Salmanasar rey de los asirios contra
Samaria, y la sitió,
10
y la tomaron al cabo de tres años. En el año sexto de
Ezequías, el cual era el año noveno de Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.
11
Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los
puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos;
12
por cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios,
sino que habían quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová
había mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra.
13
A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey
de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.
14
Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de
Asiria que estaba en Laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me
impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de
plata, y treinta talentos de oro.
15
Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en
la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real.
16
Entonces Ezequías quitó el oro de las puertas del templo
de Jehová y de los quiciales que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio
al rey de Asiria.
17
Después el rey de Asiria envió contra el rey Ezequías al
Tartán, al Rabsaris y al Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis contra Jerusalén,
y subieron y vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto al
acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador.
18
Llamaron luego al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de
Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller.
19
Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice
el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?
20
Dices (pero son palabras vacías): Consejo tengo y fuerzas
para la guerra. Mas ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí?
21
He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en
Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará. Tal
es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían.
22
Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios,
¿no es éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá
y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén?
23
Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes a mi señor, el rey
de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos.
24
¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de
los siervos de mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a
caballo?
25
¿Acaso he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para
destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.
26
Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al
Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y
no hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el muro.
27
Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor para decir
estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, expuestos
a comer su propio estiércol y beber su propia orina con vosotros?
28
Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en
lengua de Judá, y habló diciendo: Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria.
29
Así ha dicho el rey: No os engañe Ezequías, porque no os
podrá librar de mi mano.
30
Y no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo:
Ciertamente nos librará Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de
Asiria.
31
No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de
Asiria: Haced conmigo paz, y salid a mí, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y
beba cada uno las aguas de su pozo,
32
hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra,
tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite, y de
miel; y viviréis, y no moriréis. No oigáis a Ezequías, porque os engaña cuando dice:
Jehová nos librará.
33
¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su
tierra de la mano del rey de Asiria?
34
¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está
el dios de Sefarvaim, de Hena, y de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano?
35
¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado
su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?
36
Pero el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque
había mandamiento del rey, el cual había dicho: No le respondáis.
37
Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna
escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le
contaron las palabras del Rabsaces.
Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se
cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová.
2
Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los
ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz,
3
para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías: Este día es
día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer,
y la que da a luz no tiene fuerzas.
4
Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del
Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios
viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto,
eleva oración por el remanente que aún queda.
5
Vinieron, pues, los siervos del rey Ezequías a Isaías.
6
E Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor:
Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han
blasfemado los siervos del rey de Asiria.
7
He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y
volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.
8
Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria
combatiendo contra Libna; porque oyó que se había ido de Laquis.
9
Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para
hacerle guerra. Entonces volvió él y envió embajadores a Ezequías, diciendo:
10
Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios
en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de
Asiria.
11
He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria
a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú?
12
¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres
destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar?
13
¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de
la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?
14
Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y
después que las hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías
delante de Jehová.
15
Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios
de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la
tierra; tú hiciste el cielo y la tierra.
16
Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus
ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios
viviente.
17
Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido
las naciones y sus tierras;
18
y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no
eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron.
19
Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego,
de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres
Dios.
20
Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías:
Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de
Asiria, he oído.
21
Esta es la palabra que Jehová ha pronunciado acerca de él:
La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija
de Jerusalén.
22
¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién
has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel.
23
Por mano de tus mensajeros has vituperado a Jehová, y has
dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes, a lo más
inaccesible del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses más escogidos; me
alojaré en sus más remotos lugares, en el bosque de sus feraces campos.
24
Yo he cavado y bebido las aguas extrañas, he secado con las
plantas de mis pies todos los ríos de Egipto.
25
¿Nunca has oído que desde tiempos antiguos yo lo hice, y
que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú
serás para hacer desolaciones, para reducir las ciudades fortificadas a montones de
escombros.
26
Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y
confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de
los terrados, marchitado antes de su madurez.
27
He conocido tu situación, tu salida y tu entrada, y tu
furor contra mí.
28
Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu
arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus
labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.
29
Y esto te daré por señal, oh Ezequías: Este año
comeréis lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que nacerá de suyo; y el tercer
año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis el fruto de ellas.
30
Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado de la casa
de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto arriba.
31
Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de Sion
los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
32
Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No
entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo,
ni levantará contra ella baluarte.
33
Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en
esta ciudad, dice Jehová.
34
Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a
mí mismo, y por amor a David mi siervo.
35
Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de
Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se
levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.
36
Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a
Nínive, donde se quedó.
37
Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc
su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat.
Y reinó en su lugar Esarhadón su hijo.
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino
a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa,
porque morirás, y no vivirás.
2
Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová
y dijo:
3
Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he
andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te
agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro.
4
Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino
palabra de Jehová a Isaías, diciendo:
5
Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice
Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he
aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.
6
Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a
esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por
amor a David mi siervo.
7
Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la
pusieron sobre la llaga, y sanó.
8
Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de
que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día?
9
Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que
hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez
grados?
10
Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline
diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados.
11
Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver
la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.
12
En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de
Babilonia, envió mensajeros con cartas y presentes a Ezequías, porque había oído que
Ezequías había caído enfermo.
13
Y Ezequías los oyó, y les mostró toda la casa de sus
tesoros, plata, oro, y especias, y ungüentos preciosos, y la casa de sus armas, y todo lo
que había en sus tesoros; ninguna cosa quedó que Ezequías no les mostrase, así en su
casa como en todos sus dominios.
14
Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le
dijo: ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde vinieron a ti? Y Ezequías le
respondió: De lejanas tierras han venido, de Babilonia.
15
Y él le volvió a decir: ¿Qué vieron en tu casa? Y
Ezequías respondió: Vieron todo lo que había en mi casa; nada quedó en mis tesoros que
no les mostrase.
16
Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra de Jehová:
17
He aquí vienen días en que todo lo que está en tu casa, y
todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin quedar
nada, dijo Jehová.
18
Y de tus hijos que saldrán de ti, que habrás engendrado,
tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.
19
Entonces Ezequías dijo a Isaías: La palabra de Jehová que
has hablado, es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y seguridad en mis días.
20
Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo
hizo el estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el
libro de las crónicas de los reyes de Judá?
21
Y durmió Ezequías con sus padres, y reinó en su lugar
Manasés su hijo.
De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar, y
reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años; el nombre de su madre fue Hepsiba.
2
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, según las
abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel.
3
Porque volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su
padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen de Asera, como había
hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a
aquellas cosas.
4
Asimismo edificó altares en la casa de Jehová, de la cual
Jehová había dicho: Yo pondré mi nombre en Jerusalén.
5
Y edificó altares para todo el ejército de los cielos en
los dos atrios de la casa de Jehová.
6
Y pasó a su hijo por fuego, y se dio a observar los
tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, multiplicando así el hacer
lo malo ante los ojos de Jehová, para provocarlo a ira.
7
Y puso una imagen de Asera que él había hecho, en la casa
de la cual Jehová había dicho a David y a Salomón su hijo: Yo pondré mi nombre para
siempre en esta casa, y en Jerusalén, a la cual escogí de todas las tribus de Israel;
8
y no volveré a hacer que el pie de Israel sea movido de la
tierra que di a sus padres, con tal que guarden y hagan conforme a todas las cosas que yo
les he mandado, y conforme a toda la ley que mi siervo Moisés les mandó.
9
Mas ellos no escucharon; y Manasés los indujo a que
hiciesen más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.
10
Habló, pues, Jehová por medio de sus siervos los profetas,
diciendo:
11
Por cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas
abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes
de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos;
12
por tanto, así ha dicho Jehová el Dios de Israel: He aquí
yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le retiñirán ambos
oídos.
13
Y extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la
plomada de la casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se
friega y se vuelve boca abajo.
14
Y desampararé el resto de mi heredad, y lo entregaré en
manos de sus enemigos; y serán para presa y despojo de todos sus adversarios;
15
por cuanto han hecho lo malo ante mis ojos, y me han
provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.
16
Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente en
gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo; además de su pecado con que
hizo pecar a Judá, para que hiciese lo malo ante los ojos de Jehová.
17
Los demás hechos de Manasés, y todo lo que hizo, y el
pecado que cometió, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de
Judá?
18
Y durmió Manasés con sus padres, y fue sepultado en el
huerto de su casa, en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Amón su hijo.
19
De veintidós años era Amón cuando comenzó a reinar, y
reinó dos años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Mesulemet hija de Haruz, de
Jotba.
20
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho
Manasés su padre.
21
Y anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y
sirvió a los ídolos a los cuales había servido su padre, y los adoró;
22
y dejó a Jehová el Dios de sus padres, y no anduvo en el
camino de Jehová.
23
Y los siervos de Amón conspiraron contra él, y mataron al
rey en su casa.
24
Entonces el pueblo de la tierra mató a todos los que
habían conspirado contra el rey Amón; y puso el pueblo de la tierra por rey en su lugar
a Josías su hijo.
25
Los demás hechos de Amón, ¿no están todos escritos en el
libro de las crónicas de los reyes de Judá?
26
Y fue sepultado en su sepulcro en el huerto de Uza, y reinó
en su lugar Josías su hijo.
Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó
en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de
Boscat.
2
E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo
el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.
3
A los dieciocho años del rey Josías, envió el rey a
Safán hijo de Azalía, hijo de Mesulam, escriba, a la casa de Jehová, diciendo:
4
Ve al sumo sacerdote Hilcías, y dile que recoja el dinero
que han traído a la casa de Jehová, que han recogido del pueblo los guardianes de la
puerta,
5
y que lo pongan en manos de los que hacen la obra, que
tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová, y que lo entreguen a los que hacen la
obra de la casa de Jehová, para reparar las grietas de la casa;
6
a los carpinteros, maestros y albañiles, para comprar
madera y piedra de cantería para reparar la casa;
7
y que no se les tome cuenta del dinero cuyo manejo se les
confiare, porque ellos proceden con honradez.
8
Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán:
He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y
lo leyó.
9
Viniendo luego el escriba Safán al rey, dio cuenta al rey y
dijo: Tus siervos han recogido el dinero que se halló en el templo, y lo han entregado en
poder de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová.
10
Asimismo el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El
sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey.
11
Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley,
rasgó sus vestidos.
12
Luego el rey dio orden al sacerdote Hilcías, a Ahicam hijo
de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías siervo del rey,
diciendo:
13
Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por
todo Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la
ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no
escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito.
14
Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor,
Safán y Asaías, a la profetisa Hulda, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas,
guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y
hablaron con ella.
15
Y ella les dijo: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel:
Decid al varón que os envió a mí:
16
Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y
sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de
Judá;
17
por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses
ajenos, provocándome a ira con toda la obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra
este lugar, y no se apagará.
18
Mas al rey de Judá que os ha enviado para que preguntaseis
a Jehová, diréis así: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Por cuanto oíste las
palabras del libro,
19
y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de
Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores,
que vendrán a ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi
presencia, también yo te he oído, dice Jehová.
20
Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás
llevado a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este
lugar. Y ellos dieron al rey la respuesta.
Entonces el rey mandó reunir con él a todos los ancianos
de Judá y de Jerusalén.
2
Y subió el rey a la casa de Jehová con todos los varones
de Judá, y con todos los moradores de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con
todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, oyéndolo ellos, todas
las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová.
3
Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo pacto
delante de Jehová, de que irían en pos de Jehová, y guardarían sus mandamientos, sus
testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían
las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el
pacto.
4
Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, a los
sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen del templo de
Jehová todos los utensilios que habían sido hechos para Baal, para Asera y para todo el
ejército de los cielos; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo del Cedrón, e hizo
llevar las cenizas de ellos a Bet-el.
5
Y quitó a los sacerdotes idólatras que habían puesto los
reyes de Judá para que quemasen incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá, y
en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y
a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos.
6
Hizo también sacar la imagen de Asera fuera de la casa de
Jehová, fuera de Jerusalén, al valle del Cedrón, y la quemó en el valle del Cedrón, y
la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.
7
Además derribó los lugares de prostitución idolátrica
que estaban en la casa de Jehová, en los cuales tejían las mujeres tiendas para Asera.
8
E hizo venir todos los sacerdotes de las ciudades de Judá,
y profanó los lugares altos donde los sacerdotes quemaban incienso, desde Geba hasta
Beerseba; y derribó los altares de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de
Josué, gobernador de la ciudad, que estaban a la mano izquierda, a la puerta de la
ciudad.
9
Pero los sacerdotes de los lugares altos no subían al altar
de Jehová en Jerusalén, sino que comían panes sin levadura entre sus hermanos.
10
Asimismo profanó a Tofet, que está en el valle del hijo de
Hinom, para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc.
11
Quitó también los caballos que los reyes de Judá habían
dedicado al sol a la entrada del templo de Jehová, junto a la cámara de Natán-melec
eunuco, el cual tenía a su cargo los ejidos; y quemó al fuego los carros del sol.
12
Derribó además el rey los altares que estaban sobre la
azotea de la sala de Acaz, que los reyes de Judá habían hecho, y los altares que había
hecho Manasés en los dos atrios de la casa de Jehová; y de allí corrió y arrojó el
polvo al arroyo del Cedrón.
13
Asimismo profanó el rey los lugares altos que estaban
delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la destrucción, los cuales Salomón
rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable de los sidonios, a Quemos
ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de los hijos de Amón.
14
Y quebró las estatuas, y derribó las imágenes de Asera, y
llenó el lugar de ellos de huesos de hombres.
15
Igualmente el altar que estaba en Bet-el, y el lugar alto
que había hecho Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; aquel altar y el
lugar alto destruyó, y lo quemó, y lo hizo polvo, y puso fuego a la imagen de Asera.
16
Y se volvió Josías, y viendo los sepulcros que estaban
allí en el monte, envió y sacó los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar
para contaminarlo, conforme a la palabra de Jehová que había profetizado el varón de
Dios, el cual había anunciado esto.
17
Después dijo: ¿Qué monumento es este que veo? Y los de la
ciudad le respondieron: Este es el sepulcro del varón de Dios que vino de Judá, y
profetizó estas cosas que tú has hecho sobre el altar de Bet-el.
18
Y él dijo: Dejadlo; ninguno mueva sus huesos; y así fueron
preservados sus huesos, y los huesos del profeta que había venido de Samaria.
19
Y todas las casas de los lugares altos que estaban en las
ciudades de Samaria, las cuales habían hecho los reyes de Israel para provocar a ira, las
quitó también Josías, e hizo de ellas como había hecho en Bet-el.
20
Mató además sobre los altares a todos los sacerdotes de
los lugares altos que allí estaban, y quemó sobre ellos huesos de hombres, y volvió a
Jerusalén.
21
Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Haced la
pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto.
22
No había sido hecha tal pascua desde los tiempos en que los
jueces gobernaban a Israel, ni en todos los tiempos de los reyes de Israel y de los reyes
de Judá.
23
A los dieciocho años del rey Josías fue hecha aquella
pascua a Jehová en Jerusalén.
24
Asimismo barrió Josías a los encantadores, adivinos y
terafines, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén,
para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote
Hilcías había hallado en la casa de Jehová.
25
No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová
de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de
Moisés; ni después de él nació otro igual.
26
Con todo eso, Jehová no desistió del ardor con que su gran
ira se había encendido contra Judá, por todas las provocaciones con que Manasés le
había irritado.
27
Y dijo Jehová: También quitaré de mi presencia a Judá,
como quité a Israel, y desecharé a esta ciudad que había escogido, a Jerusalén, y a la
casa de la cual había yo dicho: Mi nombre estará allí.
28
Los demás hechos de Josías, y todo lo que hizo, ¿no está
todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
29
En aquellos días Faraón Necao rey de Egipto subió contra
el rey de Asiria al río Eufrates, y salió contra él el rey Josías; pero aquél, así
que le vio, lo mató en Meguido.
30
Y sus siervos lo pusieron en un carro, y lo trajeron muerto
de Meguido a Jerusalén, y lo sepultaron en su sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra
tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo ungieron y lo pusieron por rey en lugar de su padre.
31
De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y
reinó tres meses en Jerusalén. El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de
Libna.
32
Y él hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que sus padres habían hecho.
33
Y lo puso preso Faraón Necao en Ribla en la provincia de
Hamat, para que no reinase en Jerusalén; e impuso sobre la tierra una multa de cien
talentos de plata, y uno de oro.
34
Entonces Faraón Necao puso por rey a Eliaquim hijo de
Josías, en lugar de Josías su padre, y le cambió el nombre por el de Joacim; y tomó a
Joacaz y lo llevó a Egipto, y murió allí.
35
Y Joacim pagó a Faraón la plata y el oro; mas hizo avaluar
la tierra para dar el dinero conforme al mandamiento de Faraón, sacando la plata y el oro
del pueblo de la tierra, de cada uno según la estimación de su hacienda, para darlo a
Faraón Necao.
36
De veinticinco años era Joacim cuando comenzó a reinar, y
once años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Zebuda hija de Pedaías, de
Ruma.
37
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas
las cosas que sus padres habían hecho.
24:1 En su tiempo subió en campaña Nabucodonosor rey de Babilonia. Joacim vino a ser su siervo por tres años, pero luego volvió y se rebeló contra él.
24:2 Pero Jehová envió contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas.
24:3 Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo;
24:4 asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar.
24:5 Los demás hechos de Joacim, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
24:6 Y durmió Joacim con sus padres, y reinó en su lugar Joaquín su hijo.
24:7 Y nunca más el rey de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que era suyo desde el río de Egipto hasta el río Eufrates.
24:8 De dieciocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses. El nombre de su madre fue Nehusta hija de Elnatán, de Jerusalén.
24:9 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho su padre.
24:10 En aquel tiempo subieron contra Jerusalén los siervos de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la ciudad fue sitiada.
24:11 Vino también Nabucodonosor rey de Babilonia contra la ciudad, cuando sus siervos la tenían sitiada.
24:12 Entonces salió Joaquín rey de Judá al rey de Babilonia, él y su madre, sus siervos, sus príncipes y sus oficiales; y lo prendió el rey de Babilonia en el octavo año de su reinado.
24:13 Y sacó de allí todos los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y rompió en pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón rey de Israel en la casa de Jehová, como Jehová había dicho.
24:14 Y llevó en cautiverio a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros; no quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra.
24:15 Asimismo llevó cautivos a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la tierra; cautivos los llevó de Jerusalén a Babilonia.
24:16 A todos los hombres de guerra, que fueron siete mil, y a los artesanos y herreros, que fueron mil, y a todos los valientes para hacer la guerra, llevó cautivos el rey de Babilonia.
24:17 Y el rey de Babilonia puso por rey en lugar de Joaquín a Matanías su tío, y le cambió el nombre por el de Sedequías.
24:18 De veintiún años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén once años. El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna.
24:19 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todo lo que había hecho Joacim.
24:20 Vino, pues, la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, hasta que los echó de su presencia. Y Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.
25:1 Aconteció a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió, y levantó torres contra ella alrededor.
25:2 Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías.
25:3 A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo de la tierra.
25:4 Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá.
25:5 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército.
25:6 Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia.
25:7 Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.
25:8 En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia.
25:9 Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego.
25:10 Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén.
25:11 Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia.
25:12 Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra.
25:13 Y quebraron los caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron el bronce a Babilonia.
25:14 Llevaron también los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los utensilios de bronce con que ministraban;
25:15 incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los que de plata, en plata; todo lo llevó el capitán de la guardia.
25:16 Las dos columnas, un mar, y las basas que Salomón había hecho para la casa de Jehová; no fue posible pesar todo esto.
25:17 La altura de una columna era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos, y sobre el capitel había una red y granadas alrededor, todo de bronce; e igual labor había en la otra columna con su red.
25:18 Tomó entonces el capitán de la guardia al primer sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías, y tres guardas de la vajilla;
25:19 y de la ciudad tomó un oficial que tenía a su cargo los hombres de guerra, y cinco varones de los consejeros del rey, que estaban en la ciudad, el principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y sesenta varones del pueblo de la tierra, que estaban en la ciudad.
25:20 Estos tomó Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó a Ribla al rey de Babilonia.
25:21 Y el rey de Babilonia los hirió y mató en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue llevado cautivo Judá de sobre su tierra.
25:22 Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán.
25:23 Y oyendo todos los príncipes del ejército, ellos y su gente, que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa; Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet netofatita, y Jaazanías hijo de un maacateo, ellos con los suyos.
25:24 Entonces Gedalías les hizo juramento a ellos y a los suyos, y les dijo: No temáis de ser siervos de los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.
25:25 Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa.
25:26 Y levantándose todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, con los capitanes del ejército, se fueron a Egipto, por temor de los caldeos.
25:27 Aconteció a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel;
25:28 y le habló con benevolencia, y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia.
25:29 Y le cambió los vestidos de prisionero, y comió siempre delante de él todos los días de su vida.
25:30 Y diariamente le fue dada su comida de parte del rey, de continuo, todos los días de su vida.