Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de
Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:
2
Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa
este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.
3
Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo
lugar que pisare la planta de vuestro pie.
4
Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates,
toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro
territorio.
5
Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida;
como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.
6
Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este
pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.
7
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de
hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a
diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.
8
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que
de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en
él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
9
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas
ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
10
Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo:
11
Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo,
diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a
poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.
12
También habló Josué a los rubenitas y gaditas y a la
media tribu de Manasés, diciendo:
13
Acordaos de la palabra que Moisés, siervo de Jehová, os
mandó diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra.
14
Vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados
quedarán en la tierra que Moisés os ha dado a este lado del Jordán; mas vosotros, todos
los valientes y fuertes, pasaréis armados delante de vuestros hermanos, y les ayudaréis,
15
hasta tanto que Jehová haya dado reposo a vuestros hermanos
como a vosotros, y que ellos también posean la tierra que Jehová vuestro Dios les da; y
después volveréis vosotros a la tierra de vuestra herencia, la cual Moisés siervo de
Jehová os ha dado, a este lado del Jordán hacia donde nace el sol; y entraréis en
posesión de ella.
16
Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros haremos
todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes.
17
De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas,
así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con
Moisés.
18
Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no
obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te
esfuerces y seas valiente.
Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías
secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y
entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí.
2
Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que
hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra.
3
Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a
los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar
toda la tierra.
4
Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había
escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran.
5
Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos
hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis.
6
Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había
escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado.
7
Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán,
hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores.
8
Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les
dijo:
9
Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de
vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por
causa de vosotros.
10
Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar
Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos
reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales
habéis destruido.
11
Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado
más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios
arriba en los cielos y abajo en la tierra.
12
Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como
he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de
lo cual me daréis una señal segura;
13
y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis
hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la
muerte.
14
Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la
vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra,
nosotros haremos contigo misericordia y verdad.
15
Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la
ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro.
16
Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras
vosotros no os encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os
siguen hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino.
17
Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este
juramento con que nos has juramentado.
18
He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás
este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a
tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre.
19
Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su
sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en
casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.
20
Y si tú denunciares este nuestro asunto, nosotros
quedaremos libres de este tu juramento con que nos has juramentado.
21
Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los
despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana.
22
Y caminando ellos, llegaron al monte y estuvieron allí tres
días, hasta que volvieron los que los perseguían; y los que los persiguieron buscaron
por todo el camino, pero no los hallaron.
23
Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte,
y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían
acontecido.
24
Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en
nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros.
Josué se levantó de mañana, y él y todos los hijos de
Israel partieron de Sitim y vinieron hasta el Jordán, y reposaron allí antes de pasarlo.
2
Y después de tres días, los oficiales recorrieron el
campamento,
3
y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando veáis el arca del
pacto de Jehová vuestro Dios, y los levitas sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis
de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella,
4
a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por
cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Pero entre vosotros y
ella haya distancia como de dos mil codos; no os acercaréis a ella.
5
Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará
mañana maravillas entre vosotros.
6
Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca
del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante
del pueblo.
7
Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a
engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con
Moisés, así estaré contigo.
8
Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del
pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en
el Jordán.
9
Y Josué dijo a los hijos de Israel: Acercaos, y escuchad
las palabras de Jehová vuestro Dios.
10
Y añadió Josué: En esto conoceréis que el Dios viviente
está en medio de vosotros, y que él echará de delante de vosotros al cananeo, al heteo,
al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y al jebuseo.
11
He aquí, el arca del pacto del Señor de toda la tierra
pasará delante de vosotros en medio del Jordán.
12
Tomad, pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, uno
de cada tribu.
13
Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que
llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán,
las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán
en un montón.
14
Y aconteció cuando partió el pueblo de sus tiendas para
pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto,
15
cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y
los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua
(porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega),
16
las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un
montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que
descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo
pasó en dirección de Jericó.
17
Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de
Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo
acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.
Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán,
Jehová habló a Josué, diciendo:
2
Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu,
3
y mandadles, diciendo: Tomad de aquí de en medio del
Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las
cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis de pasar la noche.
4
Entonces Josué llamó a los doce hombres a los cuales él
había designado de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu.
5
Y les dijo Josué: Pasad delante del arca de Jehová vuestro
Dios a la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome una piedra sobre su hombro,
conforme al número de las tribus de los hijos de Israel,
6
para que esto sea señal entre vosotros; y cuando vuestros
hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras?
7
les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron
divididas delante del arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó el Jordán, las aguas
del Jordán se dividieron; y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los
hijos de Israel para siempre.
8
Y los hijos de Israel lo hicieron así como Josué les
mandó: tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como Jehová lo había dicho a
Josué, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel, y las pasaron al lugar
donde acamparon, y las levantaron allí.
9
Josué también levantó doce piedras en medio del Jordán,
en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto; y
han estado allí hasta hoy.
10
Y los sacerdotes que llevaban el arca se pararon en medio
del Jordán hasta que se hizo todo lo que Jehová había mandado a Josué que dijese al
pueblo, conforme a todas las cosas que Moisés había mandado a Josué; y el pueblo se dio
prisa y pasó.
11
Y cuando todo el pueblo acabó de pasar, también pasó el
arca de Jehová, y los sacerdotes, en presencia del pueblo.
12
También los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media
tribu de Manasés pasaron armados delante de los hijos de Israel, según Moisés les
había dicho;
13
como cuarenta mil hombres armados, listos para la guerra,
pasaron hacia la llanura de Jericó delante de Jehová.
14
En aquel día Jehová engrandeció a Josué a los ojos de
todo Israel; y le temieron, como habían temido a Moisés, todos los días de su vida.
15
Luego Jehová habló a Josué, diciendo:
16
Manda a los sacerdotes que llevan el arca del testimonio,
que suban del Jordán.
17
Y Josué mandó a los sacerdotes, diciendo: Subid del
Jordán.
18
Y aconteció que cuando los sacerdotes que llevaban el arca
del pacto de Jehová subieron de en medio del Jordán, y las plantas de los pies de los
sacerdotes estuvieron en lugar seco, las aguas del Jordán se volvieron a su lugar,
corriendo como antes sobre todos sus bordes.
19
Y el pueblo subió del Jordán el día diez del mes primero,
y acamparon en Gilgal, al lado oriental de Jericó.
20
Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían
traído del Jordán.
21
Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana
preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas piedras?
22
declararéis a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó en
seco por este Jordán.
23
Porque Jehová vuestro Dios secó las aguas del Jordán
delante de vosotros, hasta que habíais pasado, a la manera que Jehová vuestro Dios lo
había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que pasamos;
24
para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano
de Jehová es poderosa; para que temáis a Jehová vuestro Dios todos los días.
Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro
lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del
mar, oyeron cómo Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de
Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en
ellos delante de los hijos de Israel.
2
En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos
afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel.
3
Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los
hijos de Israel en el collado de Aralot.
4
Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el
pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían
muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto.
5
Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban
circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino,
después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado.
6
Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto
cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron
consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Jehová; por lo cual Jehová les juró
que no les dejaría ver la tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la
daría, tierra que fluye leche y miel.
7
A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su
lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido
circuncidados por el camino.
8
Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se
quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron.
9
Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el
oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy.
10
Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la
pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.
11
Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra,
los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas.
12
Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a
comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que
comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.
13
Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un
varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y
Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?
14
El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de
Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le
adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?
15
Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué:
Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo
hizo.
Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los
hijos de Israel; nadie entraba ni salía.
2
Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano
a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.
3
Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra,
yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días.
4
Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de
carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los
sacerdotes tocarán las bocinas.
5
Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así
que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la
ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
6
Llamando, pues, Josué hijo de Nun a los sacerdotes, les
dijo: Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero
delante del arca de Jehová.
7
Y dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que
están armados pasarán delante del arca de Jehová.
8
Y así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete
sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, pasaron delante del arca de
Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto de Jehová los seguía.
9
Y los hombres armados iban delante de los sacerdotes que
tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas sonaban
continuamente.
10
Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no gritaréis,
ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga:
Gritad; entonces gritaréis.
11
Así que él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta
alrededor de la ciudad, y volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche.
12
Y Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el
arca de Jehová.
13
Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno
de carnero, fueron delante del arca de Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y
los hombres armados iban delante de ellos, y la retaguardia iba tras el arca de Jehová,
mientras las bocinas tocaban continuamente.
14
Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y
volvieron al campamento; y de esta manera hicieron durante seis días.
15
Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y
dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron
vuelta alrededor de ella siete veces.
16
Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez,
Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.
17
Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que
están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con
ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos.
18
Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis
alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo
turbéis.
19
Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de
hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová.
20
Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las
bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con
gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno
derecho hacia adelante, y la tomaron.
21
Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad
había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos.
22
Mas Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la
tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allí a la mujer y a todo lo
que fuere suyo, como lo jurasteis.
23
Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su
madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y
los pusieron fuera del campamento de Israel.
24
Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella
había; solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehová la plata y el oro, y los
utensilios de bronce y de hierro.
25
Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de
su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por
cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.
26
En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito
delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre
su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.
27
Estaba, pues, Jehová con Josué, y su nombre se divulgó
por toda la tierra.
Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en
cuanto al anatema; porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de
Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel.
2
Después Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que
estaba junto a Bet-avén hacia el oriente de Bet-el; y les habló diciendo: Subid y
reconoced la tierra. Y ellos subieron y reconocieron a Hai.
3
Y volviendo a Josué, le dijeron: No suba todo el pueblo,
sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no fatigues a todo el pueblo
yendo allí, porque son pocos.
4
Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los
cuales huyeron delante de los de Hai.
5
Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres,
y los siguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por lo cual
el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.
6
Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra
sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de
Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas.
7
Y Josué dijo: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste
pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que
nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!
8
¡Ay, Señor! ¿qué diré, ya que Israel ha vuelto la
espalda delante de sus enemigos?
9
Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra
oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra; y entonces, ¿qué
harás tú a tu grande nombre?
10
Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras
así sobre tu rostro?
11
Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les
mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han
guardado entre sus enseres.
12
Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus
enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a
ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de
vosotros.
13
Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para
mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel;
no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio
de vosotros.
14
Os acercaréis, pues, mañana por vuestras tribus; y la
tribu que Jehová tomare, se acercará por sus familias; y la familia que Jehová tomare,
se acercará por sus casas; y la casa que Jehová tomare, se acercará por los varones;
15
y el que fuere sorprendido en el anatema, será quemado, él
y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto de Jehová, y ha cometido maldad
en Israel.
16
Josué, pues, levantándose de mañana, hizo acercar a
Israel por sus tribus; y fue tomada la tribu de Judá.
17
Y haciendo acercar a la tribu de Judá, fue tomada la
familia de los de Zera; y haciendo luego acercar a la familia de los de Zera por los
varones, fue tomado Zabdi.
18
Hizo acercar su casa por los varones, y fue tomado Acán
hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá.
19
Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da gloria a Jehová
el Dios de Israel, y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo
encubras.
20
Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo he
pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho.
21
Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y
doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual
codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el
dinero debajo de ello.
22
Josué entonces envió mensajeros, los cuales fueron
corriendo a la tienda; y he aquí estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de
ello.
23
Y tomándolo de en medio de la tienda, lo trajeron a Josué
y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante de Jehová.
24
Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo
de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus
asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor.
25
Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete
Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de
apedrearlos.
26
Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que
permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se
llama el Valle de Acor, hasta hoy.
Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo
toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al
rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra.
2
Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey;
sólo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a
la ciudad detrás de ella.
3
Entonces se levantaron Josué y toda la gente de guerra,
para subir contra Hai; y escogió Josué treinta mil hombres fuertes, los cuales envió de
noche.
4
Y les mandó, diciendo: Atended, pondréis emboscada a la
ciudad detrás de ella; no os alejaréis mucho de la ciudad, y estaréis todos dispuestos.
5
Y yo y todo el pueblo que está conmigo nos acercaremos a la
ciudad; y cuando salgan ellos contra nosotros, como hicieron antes, huiremos delante de
ellos.
6
Y ellos saldrán tras nosotros, hasta que los alejemos de la
ciudad; porque dirán: Huyen de nosotros como la primera vez. Huiremos, pues, delante de
ellos.
7
Entonces vosotros os levantaréis de la emboscada y
tomaréis la ciudad; pues Jehová vuestro Dios la entregará en vuestras manos.
8
Y cuando la hayáis tomado, le prenderéis fuego. Haréis
conforme a la palabra de Jehová; mirad que os lo he mandado.
9
Entonces Josué los envió; y ellos se fueron a la
emboscada, y se pusieron entre Bet-el y Hai, al occidente de Hai; y Josué se quedó
aquella noche en medio del pueblo.
10
Levantándose Josué muy de mañana, pasó revista al
pueblo, y subió él, con los ancianos de Israel, delante del pueblo contra Hai.
11
Y toda la gente de guerra que con él estaba, subió y se
acercó, y llegaron delante de la ciudad, y acamparon al norte de Hai; y el valle estaba
entre él y Hai.
12
Y tomó como cinco mil hombres, y los puso en emboscada
entre Bet-el y Hai, al occidente de la ciudad.
13
Así dispusieron al pueblo: todo el campamento al norte de
la ciudad, y su emboscada al occidente de la ciudad, y Josué avanzó aquella noche hasta
la mitad del valle.
14
Y aconteció que viéndolo el rey de Hai, él y su pueblo se
apresuraron y madrugaron; y al tiempo señalado, los hombres de la ciudad salieron al
encuentro de Israel para combatir, frente al Arabá, no sabiendo que estaba puesta
emboscada a espaldas de la ciudad.
15
Entonces Josué y todo Israel se fingieron vencidos y
huyeron delante de ellos por el camino del desierto.
16
Y todo el pueblo que estaba en Hai se juntó para seguirles;
y siguieron a Josué, siendo así alejados de la ciudad.
17
Y no quedó hombre en Hai ni en Bet-el, que no saliera tras
de Israel; y por seguir a Israel dejaron la ciudad abierta.
18
Entonces Jehová dijo a Josué: Extiende la lanza que tienes
en tu mano hacia Hai, porque yo la entregaré en tu mano. Y Josué extendió hacia la
ciudad la lanza que en su mano tenía.
19
Y levantándose prontamente de su lugar los que estaban en
la emboscada, corrieron luego que él alzó su mano, y vinieron a la ciudad, y la tomaron,
y se apresuraron a prenderle fuego.
20
Y los hombres de Hai volvieron el rostro, y al mirar, he
aquí que el humo de la ciudad subía al cielo, y no pudieron huir ni a una parte ni a
otra, porque el pueblo que iba huyendo hacia el desierto se volvió contra los que les
seguían.
21
Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían
tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y atacaron a los de Hai.
22
Y los otros salieron de la ciudad a su encuentro, y así
fueron encerrados en medio de Israel, los unos por un lado, y los otros por el otro. Y los
hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapase.
23
Pero tomaron vivo al rey de Hai, y lo trajeron a Josué.
24
Y cuando los israelitas acabaron de matar a todos los
moradores de Hai en el campo y en el desierto a donde los habían perseguido, y todos
habían caído a filo de espada hasta ser consumidos, todos los israelitas volvieron a
Hai, y también la hirieron a filo de espada.
25
Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y
mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai.
26
Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la
lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los moradores de Hai.
27
Pero los israelitas tomaron para sí las bestias y los
despojos de la ciudad, conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a Josué.
28
Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros,
asolada para siempre hasta hoy.
29
Y al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche;
y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen a
la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece
hasta hoy.
30
Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel
en el monte Ebal,
31
como Moisés siervo de Jehová lo había mandado a los hijos
de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras
enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová,
y sacrificaron ofrendas de paz.
32
También escribió allí sobre las piedras una copia de la
ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.
33
Y todo Israel, con sus ancianos, oficiales y jueces, estaba
de pie a uno y otro lado del arca, en presencia de los sacerdotes levitas que llevaban el
arca del pacto de Jehová, así los extranjeros como los naturales. La mitad de ellos
estaba hacia el monte Gerizim, y la otra mitad hacia el monte Ebal, de la manera que
Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado antes, para que bendijesen primeramente al
pueblo de Israel.
34
Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las
bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley.
35
No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que
Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de
los niños, y de los extranjeros que moraban entre ellos.
Cuando oyeron estas cosas todos los reyes que estaban a este
lado del Jordán, así en las montañas como en los llanos, y en toda la costa del Mar
Grande delante del Líbano, los heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos,
2
se concertaron para pelear contra Josué e Israel.
3
Mas los moradores de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué
había hecho a Jericó y a Hai,
4
usaron de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y
tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados,
5
y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos
viejos sobre sí; y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso.
6
Y vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a
él y a los de Israel: Nosotros venimos de tierra muy lejana; haced, pues, ahora alianza
con nosotros.
7
Y los de Israel respondieron a los heveos: Quizás habitáis
en medio de nosotros. ¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con vosotros?
8
Ellos respondieron a Josué: Nosotros somos tus siervos. Y
Josué les dijo: ¿Quiénes sois vosotros, y de dónde venís?
9
Y ellos respondieron: Tus siervos han venido de tierra muy
lejana, por causa del nombre de Jehová tu Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que
hizo en Egipto,
10
y todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que
estaban al otro lado del Jordán: a Sehón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que
estaba en Astarot.
11
Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de
nuestra tierra nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisión para el camino, e id al
encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos; haced ahora alianza con
nosotros.
12
Este nuestro pan lo tomamos caliente de nuestras casas para
el camino el día que salimos para venir a vosotros; y helo aquí ahora ya seco y mohoso.
13
Estos cueros de vino también los llenamos nuevos; helos
aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y nuestros zapatos están ya viejos a
causa de lo muy largo del camino.
14
Y los hombres de Israel tomaron de la provisiones de ellos,
y no consultaron a Jehová.
15
Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza
concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación.
16
Pasados tres días después que hicieron alianza con ellos,
oyeron que eran sus vecinos, y que habitaban en medio de ellos.
17
Y salieron los hijos de Israel, y al tercer día llegaron a
las ciudades de ellos; y sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat-jearim.
18
Y no los mataron los hijos de Israel, por cuanto los
príncipes de la congregación les habían jurado por Jehová el Dios de Israel. Y toda la
congregación murmuraba contra los príncipes.
19
Mas todos los príncipes respondieron a toda la
congregación: Nosotros les hemos jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no
les podemos tocar.
20
Esto haremos con ellos: les dejaremos vivir, para que no
venga ira sobre nosotros por causa del juramento que les hemos hecho.
21
Dijeron, pues, de ellos los príncipes: Dejadlos vivir; y
fueron constituidos leñadores y aguadores para toda la congregación, concediéndoles la
vida, según les habían prometido los príncipes.
22
Y llamándolos Josué, les habló diciendo: ¿Por qué nos
habéis engañado, diciendo: Habitamos muy lejos de vosotros, siendo así que moráis en
medio de nosotros?
23
Ahora, pues, malditos sois, y no dejará de haber de entre
vosotros siervos, y quien corte la leña y saque el agua para la casa de mi Dios.
24
Y ellos respondieron a Josué y dijeron: Como fue dado a
entender a tus siervos que Jehová tu Dios había mandado a Moisés su siervo que os
había de dar toda la tierra, y que había de destruir a todos los moradores de la tierra
delante de vosotros, por esto temimos en gran manera por nuestras vidas a causa de
vosotros, e hicimos esto.
25
Ahora, pues, henos aquí en tu mano; lo que te pareciere
bueno y recto hacer de nosotros, hazlo.
26
Y él lo hizo así con ellos; pues los libró de la mano de
los hijos de Israel, y no los mataron.
27
Y Josué los destinó aquel día a ser leñadores y
aguadores para la congregación, y para el altar de Jehová en el lugar que Jehová
eligiese, lo que son hasta hoy.
Cuando Adonisedec rey de Jerusalén oyó que Josué había
tomado a Hai, y que la había asolado (como había hecho a Jericó y a su rey, así hizo a
Hai y a su rey), y que los moradores de Gabaón habían hecho paz con los israelitas, y
que estaban entre ellos,
2
tuvo gran temor; porque Gabaón era una gran ciudad, como
una de las ciudades reales, y mayor que Hai, y todos sus hombres eran fuertes.
3
Por lo cual Adonisedec rey de Jerusalén envió a Hoham rey
de Hebrón, a Piream rey de Jarmut, a Jafía rey de Laquis y a Debir rey de Eglón,
diciendo:
4
Subid a mí y ayudadme, y combatamos a Gabaón; porque ha
hecho paz con Josué y con los hijos de Israel.
5
Y cinco reyes de los amorreos, el rey de Jerusalén, el rey
de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron,
ellos con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, y pelearon contra ella.
6
Entonces los moradores de Gabaón enviaron a decir a Josué
al campamento en Gilgal: No niegues ayuda a tus siervos; sube prontamente a nosotros para
defendernos y ayudarnos; porque todos los reyes de los amorreos que habitan en las
montañas se han unido contra nosotros.
7
Y subió Josué de Gilgal, él y todo el pueblo de guerra
con él, y todos los hombres valientes.
8
Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo
los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti.
9
Y Josué vino a ellos de repente, habiendo subido toda la
noche desde Gilgal.
10
Y Jehová los llenó de consternación delante de Israel, y
los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por el camino que sube a
Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda.
11
Y mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de
Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y
murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los
hijos de Israel mataron a espada.
12
Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová
entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas:
Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón.
13
Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se
hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se
paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
14
Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él,
habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel.
15
Y Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento en
Gilgal.
16
Y los cinco reyes huyeron, y se escondieron en una cueva en
Maceda.
17
Y fue dado aviso a Josué que los cinco reyes habían sido
hallados escondidos en una cueva en Maceda.
18
Entonces Josué dijo: Rodad grandes piedras a la entrada de
la cueva, y poned hombres junto a ella para que los guarden;
19
y vosotros no os detengáis, sino seguid a vuestros
enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová
vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano.
20
Y aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel
acabaron de herirlos con gran mortandad hasta destruirlos, los que quedaron de ellos se
metieron en las ciudades fortificadas.
21
Todo el pueblo volvió sano y salvo a Josué, al campamento
en Maceda; no hubo quien moviese su lengua contra ninguno de los hijos de Israel.
22
Entonces dijo Josué: Abrid la entrada de la cueva, y sacad
de ella a esos cinco reyes.
23
Y lo hicieron así, y sacaron de la cueva a aquellos cinco
reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquis y al
rey de Eglón.
24
Y cuando los hubieron llevado a Josué, llamó Josué a
todos los varones de Israel, y dijo a los principales de la gente de guerra que habían
venido con él: Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de estos reyes. Y ellos
se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de ellos.
25
Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed
fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales
peleáis.
26
Y después de esto Josué los hirió y los mató, y los hizo
colgar en cinco maderos; y quedaron colgados en los maderos hasta caer la noche.
27
Y cuando el sol se iba a poner, mandó Josué que los
quitasen de los maderos, y los echasen en la cueva donde se habían escondido; y pusieron
grandes piedras a la entrada de la cueva, las cuales permanecen hasta hoy.
28
En aquel mismo día tomó Josué a Maceda, y la hirió a
filo de espada, y mató a su rey; por completo los destruyó, con todo lo que en ella
tenía vida, sin dejar nada; e hizo al rey de Maceda como había hecho al rey de Jericó.
29
Y de Maceda pasó Josué, y todo Israel con él, a Libna; y
peleó contra Libna;
30
y Jehová la entregó también a ella y a su rey en manos de
Israel; y la hirió a filo de espada, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada;
e hizo a su rey de la manera como había hecho al rey de Jericó.
31
Y Josué, y todo Israel con él, pasó de Libna a Laquis, y
acampó cerca de ella, y la combatió;
32
y Jehová entregó a Laquis en mano de Israel, y la tomó al
día siguiente, y la hirió a filo de espada, con todo lo que en ella tenía vida, así
como había hecho en Libna.
33
Entonces Horam rey de Gezer subió en ayuda de Laquis; mas a
él y a su pueblo destruyó Josué, hasta no dejar a ninguno de ellos.
34
De Laquis pasó Josué, y todo Israel con él, a Eglón; y
acamparon cerca de ella, y la combatieron;
35
y la tomaron el mismo día, y la hirieron a filo de espada;
y aquel día mató a todo lo que en ella tenía vida, como había hecho en Laquis.
36
Subió luego Josué, y todo Israel con él, de Eglón a
Hebrón, y la combatieron.
37
Y tomándola, la hirieron a filo de espada, a su rey y a
todas sus ciudades, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada; como había hecho
a Eglón, así la destruyeron con todo lo que en ella tenía vida.
38
Después volvió Josué, y todo Israel con él, sobre Debir,
y combatió contra ella;
39
y la tomó, y a su rey, y a todas sus ciudades; y las
hirieron a filo de espada, y destruyeron todo lo que allí dentro tenía vida, sin dejar
nada; como había hecho a Hebrón, y como había hecho a Libna y a su rey, así hizo a
Debir y a su rey.
40
Hirió, pues, Josué toda la región de las montañas, del
Neguev, de los llanos y de las laderas, y a todos sus reyes, sin dejar nada; todo lo que
tenía vida lo mató, como Jehová Dios de Israel se lo había mandado.
41
Y los hirió Josué desde Cades-barnea hasta Gaza, y toda la
tierra de Gosén hasta Gabaón.
42
Todos estos reyes y sus tierras los tomó Josué de una vez;
porque Jehová el Dios de Israel peleaba por Israel.
43
Y volvió Josué, y todo Israel con él, al campamento en
Gilgal.
Cuando oyó esto Jabín rey de Hazor, envió mensaje a Jobab
rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf,
2
y a los reyes que estaban en la región del norte en las
montañas, y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos, y en las regiones de Dor al
occidente;
3
y al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al
amorreo, al heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón
en tierra de Mizpa.
4
Estos salieron, y con ellos todos sus ejércitos, mucha
gente, como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con muchísimos caballos y
carros de guerra.
5
Todos estos reyes se unieron, y vinieron y acamparon unidos
junto a las aguas de Merom, para pelear contra Israel.
6
Mas Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos, porque
mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos delante de Israel; desjarretarás
sus caballos, y sus carros quemarás a fuego.
7
Y Josué, y toda la gente de guerra con él, vino de repente
contra ellos junto a las aguas de Merom.
8
Y los entregó Jehová en manos de Israel, y los hirieron y
los siguieron hasta Sidón la grande y hasta Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al
oriente, hiriéndolos hasta que no les dejaron ninguno.
9
Y Josué hizo con ellos como Jehová le había mandado:
desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego.
10
Y volviendo Josué, tomó en el mismo tiempo a Hazor, y
mató a espada a su rey; pues Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos.
11
Y mataron a espada todo cuanto en ella tenía vida,
destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a Hazor pusieron fuego.
12
Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes,
y a todos los reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y los destruyó, como Moisés
siervo de Jehová lo había mandado.
13
Pero a todas las ciudades que estaban sobre colinas, no las
quemó Israel; únicamente a Hazor quemó Josué.
14
Y los hijos de Israel tomaron para sí todo el botín y las
bestias de aquellas ciudades; mas a todos los hombres hirieron a filo de espada hasta
destruirlos, sin dejar alguno con vida.
15
De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su
siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo
lo que Jehová había mandado a Moisés.
16
Tomó, pues, Josué toda aquella tierra, las montañas, todo
el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus
valles.
17
Desde el monte Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad en
la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón; tomó asimismo a todos sus reyes, y
los hirió y mató.
18
Por mucho tiempo tuvo guerra Josué con estos reyes.
19
No hubo ciudad que hiciese paz con los hijos de Israel,
salvo los heveos que moraban en Gabaón; todo lo tomaron en guerra.
20
Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de
ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha
misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés.
21
También en aquel tiempo vino Josué y destruyó a los
anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de
todos los montes de Israel; Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades.
22
Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de
Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod.
23
Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que
Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia
conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra.
Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel
derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde
el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente:
2
Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, y
señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y desde en medio del
valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc, término de los hijos de Amón;
3
y el Arabá hasta el mar de Cineret, al oriente; y hasta el
mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino de Bet- jesimot, y desde el sur
al pie de las laderas del Pisga.
4
Y el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de
los refaítas, el cual habitaba en Astarot y en Edrei,
5
y dominaba en el monte Hermón, en Salca, en todo Basán
hasta los límites de Gesur y de Maaca, y la mitad de Galaad, territorio de Sehón rey de
Hesbón.
6
A éstos derrotaron Moisés siervo de Jehová y los hijos de
Israel; y Moisés siervo de Jehová dio aquella tierra en posesión a los rubenitas, a los
gaditas y a la media tribu de Manasés.
7
Y estos son los reyes de la tierra que derrotaron Josué y
los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el occidente, desde Baal-gad en el
llano del Líbano hasta el monte de Halac que sube hacia Seir; y Josué dio la tierra en
posesión a las tribus de Israel, conforme a su distribución;
8
en las montañas, en los valles, en el Arabá, en las
laderas, en el desierto y en el Neguev; el heteo, el amorreo, el cananeo, el ferezeo, el
heveo y el jebuseo.
9
El rey de Jericó, uno; el rey de Hai, que está al lado de
Bet-el, otro;
10
el rey de Jerusalén, otro; el rey de Hebrón, otro;
11
el rey de Jarmut, otro; el rey de Laquis, otro;
12
el rey de Eglón, otro; el rey de Gezer, otro;
13
el rey de Debir, otro; el rey de Geder, otro;
14
el rey de Horma, otro; el rey de Arad, otro;
15
el rey de Libna, otro; el rey de Adulam, otro;
16
el rey de Maceda, otro; el rey de Bet-el, otro;
17
el rey de Tapúa, otro; el rey de Hefer, otro;
18
el rey de Afec, otro; el rey de Sarón, otro;
19
el rey de Madón, otro; el rey de Hazor, otro;
20
el rey de Simron-merón, otro; el rey de Acsaf, otro;
21
el rey de Taanac, otro; el rey de Meguido, otro;
22
el rey de Cedes, otro; el rey de Jocneam del Carmelo, otro;
23
el rey de Dor, de la provincia de Dor, otro; el rey de Goim
en Gilgal, otro;
24
el rey de Tirsa, otro; treinta y un reyes por todos.
Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo:
Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer.
2
Esta es la tierra que queda: todos los territorios de los
filisteos, y todos los de los gesureos;
3
desde Sihor, que está al oriente de Egipto, hasta el
límite de Ecrón al norte, que se considera de los cananeos; de los cinco príncipes de
los filisteos, el gazeo, el asdodeo, el ascaloneo, el geteo y el ecroneo; también los
aveos;
4
al sur toda la tierra de los cananeos, y Mehara, que es de
los sidonios, hasta Afec, hasta los límites del amorreo;
5
la tierra de los giblitas, y todo el Líbano hacia donde
sale el sol, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta la entrada de Hamat;
6
todos los que habitan en las montañas desde el Líbano
hasta Misrefotmaim, todos los sidonios; yo los exterminaré delante de los hijos de
Israel; solamente repartirás tú por suerte el país a los israelitas por heredad, como
te he mandado.
7
Reparte, pues, ahora esta tierra en heredad a las nueve
tribus, y a la media tribu de Manasés.
8
Porque los rubenitas y gaditas y la otra mitad de Manasés
recibieron ya su heredad, la cual les dio Moisés al otro lado del Jordán al oriente,
según se la dio Moisés siervo de Jehová;
9
desde Aroer, que está a la orilla del arroyo de Arnón, y
la ciudad que está en medio del valle, y toda la llanura de Medeba, hasta Dibón;
10
todas las ciudades de Sehón rey de los amorreos, el cual
reinó en Hesbón, hasta los límites de los hijos de Amón;
11
y Galaad, y los territorios de los gesureos y de los
maacateos, y todo el monte Hermón, y toda la tierra de Basán hasta Salca;